Que se sepa Nicolás Maduro no es abogado, pero como el país se ha convertido en una especie de cueva de filibusteros, eso es lo de menos. Que el ungido como futuro presidente tanto por los Castro, verdaderos dueños del coroto, como por Chávez aquella noche de diciembre; opine sobre salidas constitucionales a una ausencia de Chávez no tiene la menor importancia.
Ya se sabe qué harán los oficialistas mañana: violarán la Constitución y harán lo que siempre han hecho, lo que les salga del paltó.
Pero, decíamos, eso no es importante. La clave de todas las peroratas del jurisconsulto Nicolás Maduro, está en el fondo; es decir en la doctrina para hablar en los términos del mundo jurídico que tan bien maneja el ungido, como también hace años manejaba otras cosas más grandes y pesadas. Muchos dicen que ni eso, pero no es el tema. La esencia está es esa marciana idea que el letrado denominó “flexibilidad dinámica” en la interpretación de la Constitución y las leyes. Hay que decir que el magistrado es innovador con una visión bastante relajada, por no decir bonchona, de lo que es un sistema de administración de justicia y de orden social fundamentado en el Estado de Derecho.
¿Cómo se traduce esta figura del derecho chavista del siglo XXI? Fácil: haga usted lo que le salga del ombligo. Ni más ni menos. La Constitución puede decir lo que sea; las leyes, reglamentos, decretos, normas u ordenanzas puedes establecer cualquier situación y mecanismo; el derecho penal puede fijar miles de supuestos de hecho y sus respectivas sanciones, no importará un pepino. Lo que vale y valdrá, según el doctor Maduro, es la “flexibilización dinámica”; es decir, lo que digamos los que mandamos.
Es otras palabras, las leyes se aplicarán de la misma manera como se pide un café. Negrito, negro corto, negro largo, guayoyo, teterito, marrón claro, marrón tibio, marrón oscuro… Como lo quiera, al gusto.
Es el sistema judicial que describió otra lumbrera, también militar para más señas, llamada Aponte Aponte y al que le puso apellido Velásquez Alvaray. Una red de jueces y magistrados que aplicarán la “flexibilización dinámica”, según convenga a los dueños del gobierno; es decir, los cubanos y el clan de capataces, verdaderos señores feudales, dueños de tierras, espadas, oro y del paredón para ejecutar con justicia también debidamente “flexibilizada dinámicamente”. Como es el caso de Simonovis, Vivas, Forero, Afiuni, Cedeño, los exiliados y muchísimos más que han probado en carne propia el extraño concepto jurídico, expuesto por el constitucionalista Nicolás Maduro, denominado “flexibilización dinámica”.
Flexibilizado está el malandraje.
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Publicado originalmente en el diario El Universal (Caracas)