Acostado, postrado; su cuerpo estático y horizontal respira por tubos y defeca al revés, hacia adentro. Los ojos sin brillo no hablan, mientras los gusanos amarillentos se asoman por las cavidades. Sus manos verdes y duras, el rostro hinchado como un hipopótamo, por esteroides y no por la gracia del cielo. De su boca marchita cuelgan hilitos de saliva pastosa, que se le pegan “chiclosamente” a los cañoncitos de su barbita infantiloide.
El cuarto es pequeño, admite pocos visitantes, y para estar allí la condición es vestir la guayabera, inflada por las panzas glotonas de los camaradas. Huele a formol, también azufre mezclado con cloro y el toque del inevitable ron, que corre por las venas de los buitres que llevan los documentos y buscan las firmas.
Nadie de afuera sabe lo que allí sucede; Platón y su caverna invaden los rumores y los comunicados; dicen que no respira y luego que aprieta fuerte y su salud se acerca a la primavera.
Y la historia no se escribe mejor que cuando se inventa, el realismo mágico de García Márquez no fue otra cosa que una copia al carbón de la realidad bananera; un pasado y presente que no ocurre con hechos sino con cuentos.
Y lejos de allí, cruzando los mares y los vientos, en una comarca que fue país se fueron las neuronas y quedaron las tetonas, con fuerte dosis de silicón que infla los sostenes y estimula los saberes. Las jineteras de allá, aquí no vienen a montar; porque los caballos son burros y los potros mulas; hace falta testosterona abajo para poder cabalgar y en este pueblito de nadie lo que hay es nada.
¿Dónde está el jefe? ¿Quién manda aquí?
Allá hay un emperador barbudo y su cadáver ordena más que cualquier vivo de esta comarca lejana.
Y Aparece un flaquito con piernas de arena y seso desértico, exigiendo que decida el árbitro judicial, que cuando sentencia recita cambures y jala mecates que estrangulan leyes.
¿Tanzania? ¿Irak? ¿A qué se parece un país donde gobiernan fantasmas y se oponen cementerios?
A ninguno. Porque aquí país no existe.
Se cuelan humos, olores y sólo eso…un paisaje vacío que huele a muerto.