El exministro de Defensa venezolano, Raúl Baduel, se considera un preso político de Hugo Chávez a pesar de que el presidente venezolano es el padrino de la hija de 6 años del general. En su celda de tan sólo treinta siete metros de la prisión militar de Ramo Verde, en Los Teques, situada a treinta kilómetros de Caracas, cumplirá el próximos mes de abril cuatro de los ocho años de condena que le dictó la corte marcial presuntas irregularidades administrativas. No se le permite teléfono móvil, pero sí televisión y radio por los que se informa e intenta mantenerse siempre informado del curso político que atraviesa su país.
El general Baduel se declara inocente, víctima y disidente del régimen chavista. En todo caso, su prestigio y autoridad en el sector castrense no han disminuido por estar encarcelado. Al contrario, le han fortalecido. Sus compañeros de armas y de prisión se le cuadran militarmente, siempre con respeto. Así lo constató ABC cuando lo visitó en la prisión de Ramo Verde.
–¿Cómo califica al Gobierno que se instauró el pasado 10 de enero?
–Como un gobierno de facto. El 10 de enero se instrumentó un paraestado, una ficción, un Estado pirata con un ropaje democrático para ocultar una dictadura fascista postmoderna. Los que criticaban la desviación de la democracia de los cuarenta años anteriores al chavismo son los mismos que ahora han reeditado la conspiración a su máxima potencia.
–¿Un gobierno ilegal pero legítimo?
–Es ilegal, un gobierno de facto impuesto por la abyecta sumisión de los poderes públicos que se encuentran controlados por el chavismo, especialmente los poderes legislativo y judicial. El Tribunal Supremo de Justicia le ha puesto una máscara de legitimidad, fundamentándose en un malabarismo de interpretaciones. Es un golpe constitucional.
–¿El chavismo tiene alguna marca ideológica que podría continuar sin Chávez?
–El chavismo no tiene sustento ideológico. Es un remedo potenciado de los esquemas clientelares para hacer negocios. Lo mismo que hacían los partidos políticos en el pasado, pero potenciados.
–¿Las Fuerzas Armadas son revolucionarias y apegadas al régimen chavista?
–Hay un fin perverso de convertir las Fuerzas Armadas en revolucionarias y desviarlas de la Constitución. Ese proceso no ha tenido eco. En las Fuerzas Armadas hay un silente rechazo a la politización. La mayoría sigue siendo institucional.
–¿Qué le pareció la amenaza del vicepresidente cubano, Miguel Díaz, de que Cuba responderá si Estados Unidos atacase a Venezuela?
–Una fanfarronada y una intromisión inaceptable. Los países del hemisferio occidental y de América han suscrito convenios y tratados donde se rechazan las agresiones foráneas.
–¿Qué le parece la presencia militar cubana dentro de las Fuerzas Armadas venezolanas?
–Una vergüenza. Hasta 2007 no había presencia extranjera y cubana, cuando yo estuve de ministro de la Defensa. Pero después sí. Ahora hay cubanos en las unidades operativas y eso genera rechazo por parte de los venezolanos.
–¿Se puede hablar de una ocupación militar cubana?
–Más que militar es también una ocupación económica, política y social porque Cuba controla los aspectos medulares de Venezuela. Por su ambición personal, Chávez le dio facilidades a Fidel Castro para perpetuarse él mismo en el poder y exportar su castro-comunismo en nuestro territorio.
–¿Tanto poder le da a Castro?
–No subestimemos a Fidel Castro. Ha dado «el supremo refinamiento del arte de la guerra» que es conquistar territorio sin manchar de sangre las espadas.
–¿Aumentó la corrupción con el chavismo?
–Muchísimo. La corrupción es como la tos y el dinero, muy difíciles de esconder.
–¿Qué sabe de los llamados narcogenerales que están en cargos de poder?
–Siendo ministro de Defensa recibí información de que había integrantes de las Fuerzas Armadas involucrados en actividades de tráfico de drogas. La información se la consigné a Chávez y él no tomó medidas correctivas.
–¿Cómo ve al país en los próximos meses?
–Cada día que pasa se potencia la incertidumbre, la conflictividad, porque los «provisionales» son los promotores de esa polarización. La conmoción social es latente y ya tenemos el «caracazo» de 1989. Hago votos porque aquí no haya violencia. Estamos jugando con fuego, poniendo en juego la continuidad histórica… y todo por la apetencia de poder de un hombre y de su entorno.
–¿Qué propone para afrontar esta crisis?
–Que quienes suscribimos la democracia no nos quedemos en la inacción. Y cuidado en no caer en provocaciones. Es tiempo de actuar como gente de pensamiento y de pensar como gente de acción.
–¿Explíquese mejor?
–Desde 2010 estoy planteando ante este atropello que echemos mano del desafío político no violento ante las cada vez más endebles estructuras democráticas e institucionales.
–¿Qué recomienda?
–Actuar en el marco de la Constitución. Invocar el artículo 333, que obliga a denunciar a quienes alteran y modifican la Constitución como de hecho lo hicieron el 10 de enero. Temo que seamos una sede exclusiva de un movimiento de los resignados antes que de indignados.