Expertos en ciencia, psicología y literatura inglesa de esa Universidad han monitorizado la actividad cerebral de 30 voluntarios que leyeron primero fragmentos de textos clásicos y después esos mismos pasajes traducidos a “lenguaje coloquial”.
Los resultados, que se presentarán esta semana en una conferencia y adelanta hoy el “Daily Telegraph”, muestran que la actividad se “dispara” cuando el lector encuentra palabras inusuales o frases con una estructura semántica compleja, pero no reacciona cuando ese mismo contenido se expresa con fórmulas de uso diario.
Esos estímulos se mantienen durante un tiempo, potenciando la atención del individuo, según el estudio, que utilizó entre otros textos de autores ingleses como Henry Vaughan, John Donne, Elizabeth Barrett Browning o Philip Larkin.
Los expertos descubrieron que la poesía “es más útil que los libros de autoayuda”, ya que afecta al hemisferio derecho del cerebro, donde se almacenan los recuerdos autobiográficos, y ayuda a reflexionar sobre ellos y entenderlos desde otra perspectiva.
“La poesía no es sólo una cuestión de estilo. La descripción profunda de experiencias añade elementos emocionales y biográficos al conocimiento cognitivo que ya poseemos de nuestros recuerdos”, explica el profesor David, encargado de presentar el estudio.
Tras este descubrimiento, los expertos buscan ahora comprender cómo ha podido afectar a la actividad cerebral las continuas revisiones de algunos clásicos de la literatura para adaptarlos al lenguaje actual, como ha ocurrido con las obras de Charles Dickens. EFE