Al gobierno nacional sólo le queda una estrategia, aunque fallida a mi modo de ver: diseñar y ejecutar una campaña mediática para culpar de la escasez y desabastecimiento a la empresa privada nacional; buscarán engañar a la población, pero no lo lograrán, pues, son muchos ya los años de ataque al empresariado y la propiedad privada en general. Dada la destrucción de los últimos 14 años de la industria y la producción nacional, y la enorme dependencia de las importaciones, la escasez, al menos en el cortísimo plazo, sólo se resolverá con una mayor entrega de divisas al sector privado nacional. Pero, precisamente, divisas suficientes no hay. De allí que hayamos visto que nuestra moneda se haya depreciado en los últimos meses de 2012 en más de 100% en el mercado ilegal. Y, si esto no es señal de la crisis por venir, entonces, sólo Dios sabe qué lo será.
De la inflación, si se quiere, el consumidor puede protegerse en mayor o menor medida. Pero, de la escasez no, por definición. Desahorrando en bolívares, ahorrando en dólares (quienes tienen acceso a ellos), usando la tarjeta de crédito, o recurriendo también a los subsidios de Mercal y Pdval (usualmente los sectores D y E de la población nacional), el consumidor puede protegerse, al menos, parcialmente de la alta y persistente inflación. Pero, cuando hay escasez, no hay nada que hacer: cuando un producto no se consigue, simplemente, no se consigue y punto; no hay desahorro en bolívares, ahorro en dólares, tarjeta de crédito, Mercal o Pdval que valga.
La escasez va a aumentar; de eso, no hay duda. En un año en que no se espera que el precio del petróleo aumente, y que deberán pagarse unos 5 mil millones de dólares más que el año pasado, es lógico que ello suceda. Al gobierno, entrampado en su desastre, pareciera que sólo le queda culpar a los demás. Probablemente, recurra, sin embargo, a una combinación entre la campaña mediática para culpar de la escasez al empresariado, y cierta flexibilización en el mercado cambiario, que signifique una devaluación de facto, adicional a lo ocurrida ya en el mercado ilegal.
Si pensasen bien las cosas, buscarían resucitar al extinto mercado de permuta. Pero, lamentablemente, parecen preferir la represión.