No nos resignamos a ser simples espectadores del derrumbe institucional y del avance de la dominación cubana. Nadie mejor calificado para ser el vocero de los firmantes que el doctor Enrique Aristigueta Gramko. Único miembro vivo de quienes integraron la Junta Patriótica que coordinó la lucha para derrocar la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
La declaración es concreta, bastante breve. Trata lo relacionado con el incierto estado de gravedad del señor Chávez y su futuro inmediato, de las violaciones constitucionales y al orden jurídico para garantizar la continuidad del régimen sobre la base de disimulos y mentiras. Esto incluye la delicada situación interna del chavismo y el nerviosismo de quienes tienen mucho que perder, entre otras cosas, porque de producirse un cambio real tendrán que rendir cuentas ante la opinión pública interna y externa, además de hacerlo ante unos órganos institucionales reformulados de acuerdo a la Constitución.
Se pone especial acento en el proceso de penetración dominante del castro-comunismo. Controlan o ejercen funciones determinantes, en áreas trascendentes de la vida nacional. Desde el deporte y la educación hasta la vida militar y las tareas de seguridad integral de la nación, pasando por todo lo relativo a la data de los ciudadanos, notarías y registros, cedulación y pasaportes, relaciones con la narcoguerrilla colombiana y paremos de contar.
Somos un país controlado por el gobierno cubano. Allá está el moribundo (¿?) presidente, allá se reúne el alto gobierno venezolano incluidos los jefes militares, a recibir instrucciones y desde allá se orientan los negocios de la nación. La Soberanía desaparece en manos traidoras y audaces. El llamado es a civiles y militares. Estos últimos a hacerle honor a su juramente de sostener y defender, cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes de la República.
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