Sí: está dividida. Es inocultable que existen discrepancias importantes y que no tenemos enfrente a una sola oposición. Las que hay, conforman un encrespado archipiélago de grupos, cuyas posturas suelen diferenciarse las unas de las otras con demasiada frecuencia. Ellas solo convergen en su rechazo a la revolución, aunque cada cual valora al chavismo a su manera.
Basta observar la amplia gama de opiniones disímiles que emergen de todas esas “oposiciones”, para darse cuenta de la muy compleja heterogeneidad de su composición. Aunque esa dilatada diversidad hace parte de su naturaleza democrática, es innegable que allí se encuentra uno de los orígenes de su tragedia. No es un problema inferior: al contrario, el hecho está asociado a una ostensible realidad que se expresa, tanto en la calle, como en las propias entrañas de la MUD, que no ha conseguido -precisamente por la dificultad que atañe al propósito- armar una caracterización compartida del régimen.
Los criterios son tan abundantes como enmarañadas son las madejas de conflictos que ellos generan. Uno, tal vez el más importante, está referido a las formas de lucha, un tema en el cual todos creen tener la razón, sabidos, como se sienten, en materias que van desde la Oncología, el Derecho, la Historia, hasta las intrincadas artes de la política, en donde nadie acepta declararse ignorante de las muchas historias ocultas que subyacen en los mentideros del oficialismo y de la oposición, y de las cuales depende la viabilidad o no de las acciones de quienes aspiran a liderarnos.
Esas historias inalcanzables para la opinión pública -donde “la calle” tiene su propio peso específico, porque a veces ella no es lo que de ella alcanzamos a ver-, componen lo que conocemos como “las realidades”: ésas que ningún líder genuinamente responsable puede desatender, aunque las masas le reclamen testosterona, empeñadas en interpretar al país desde su particular metro cuadrado. La pregunta salta a la vista: ¿cómo puede alguien ejercer el liderazgo allí donde todos se dan por expertos bien entendidos? ¿Cómo puede consolidarse un liderazgo serio, si las masas se permiten ser manipuladas por quienes aseguran tener un mejor equipaje hormonal?
El punto es que el voluntarismo está demás en estos delicados asuntos con los que nos ha tocado bregar. La ponderación de las realidades no es una exquisitez con la cual se proponga una lucha en la que esté prohibido pisar la grama. De lo que se trata es de comprender que esas realidades, las más de las veces, se encuentran muy distanciadas del pequeño mundo que nos circunda. Es hora de reconocer quiénes son los que hacen mucho ruido teniendo pocas nueces.