Medio siglo después, José Rafa Malem recuerda la brisa suave que soplaba por el arqueado portón del bar, la textura de los taburetes y el etílico olor a brandy que emanaba del aliento de su padre.
¿Y cómo olvidar los rústicos emparedados de carne y salsa de tomate, típicos de lo que en esa época era uno de los locales más populares de La Habana, apodado “Sloppy Joe’s”?
“Cansado estuve de comerlos”, comenta ahora Rafa a sus 59 años y quien es hoy un barman.
Dentro de poco, Rafa podrá revivir esos momentos, pues el Sloppy Joe’s reabrirá en el mismo lugar, en el centro histórico de La Habana, lo que le dará a los residentes y turistas la oportunidad de apoyarse en la misma barra a la que acudieron famosos como Rock Hudson, Babe Ruth y Ernest Hemingway.
Su apertura forma parte de un ambicioso proyecto de la Oficina del Historiador de La Habana, que desde la década de 1990 ha estado remodelando La Habana cuadra por cuadra, convirtiendo ruinas en edificaciones remozadas frente a calles adoquinadas.
Las gestiones han impulsado la economía cubana estimulando el turismo al atraer a extranjeros fascinados por el pasado de la isla, desde los palacios de la era colonial a los lugares de recreación frecuentados por celebridades en la década de 1950.
“Para los habitantes de esta ciudad considero que sea bien interesante y bien importante poder rescatar un lugar con tanta historia y tan reconocido mundialmente, que pueda ser llevado otra vez a su estatus como siempre fue”, dijo Ernesto Iznaga, gerente del nuevo local que será administrado por la empresa estatal de turismo Habaguanex.
Sloppy Joe’s fue fundado en 1918 por el inmigrante gallego José Abeal Otero, quien adquirió el local — por entonces una tienda de víveres — en La Habana Vieja, tras trabajar años como barman en Nuevo Orleáns y Miami. Cuenta la leyenda que el nombre se deriva de lo descuidado del lugar y del apodo de Abeal, Joe.
El padre de Rafa era amigo del barman, Fabio Delgado, y solía llevar a su hijo al bar los domingos por la tarde. Durante el día, rememora Rafa, Joe’s era un lugar tranquilo propicio para familias que servía helados y refrescos a los niños y bebidas más fuertes para los adultos.
Se cocinaban sándwiches detrás de la negra barra de caoba, tan extensa que se decía que era la más larga de Latinoamérica, al alcanzar cerca de 18 metros (59 pies).
De noche, el establecimiento se llenaba de turistas estadounidenses.
El carácter jovial de Abeal y su conocimiento del inglés gracias a sus años en Estados Unidos hicieron que su bar se convirtiera en uno de los más populares para los estadounidenses incluso desde la Ley Seca de Estados Unidos de 1920 a 1933, junto con otros lugares cercanos como El Floridita, donde supuestamente se inventó el daiquirí, y La Bodeguita del Medio, cuna del mojito.
Al igual que cualquier otro lugar de La Habana, Joe’s era un símbolo del atractivo de la isla como sitio de juego para los estadounidenses.
“Ningún residente de La Habana iba a Sloppy Joe’s porque era el lugar de encuentro de los turistas”, escribió Graham Greene en su novela “Nuestro hombre en La Habana”.
La clientela era relativamente elegante, comparada con los turistas de sandalia y camisetas que deambulan por Cuba y otras islas del Caribe hoy en día. Una postal a color de la época muestra hombres vestidos con trajes a rayas y sombreros tipo fedora, acompañados de damas de guantes blancos. Muchos de ellos eran acaudalados y famosos y ansiosos de diversión.
Frank Sinatra. Ava Gardner. Nat King Cole. La lista de clientes se parece a una revista de famosos de la era dorada de Hollywood. Rafa recuerda sus propios roces con celebridades que incluyeron al toletero de los Medias Rojas de Boston Ted Williams y al músico cubano Benny Moré. El temerario actor Errol Flynn, quien se habría peleado en el bar con un fan demasiado apasionado, era un cliente tan frecuente que Joe’s nombró una bebida en su honor.
Después, el lugar pasó a ser de otro “Joe”, José García.
Pero el adiós llegó en 1965 cuando el gobierno comunista de Fidel Castro estaba nacionalizando casi todos los negocios privados, y Joe’s estuvo cerrado casi cinco décadas.
Cuando los trabajos de restauración comenzaron en 2010, los trabajadores descubrieron que los pisos de madera, podridos por la humedad y años de descuido, habían colapsado en el sótano. La barra de madera, por otra parte, se partió en tres piezas.
“En ruinas ha estado”, dijo Iznaga.
Iznaga y su gente han pasado dos años reviviendo el lugar. Para mantenerse lo más fiel posible a Joe’s original examinaron fotos antiguas y hablaron con gente de entonces, como Rafa, que recuerda cómo era.
Los rústicos emparedados de carne estarán en el menú, naturalmente. Iznaga indicó que éstos al parecer surgieron de una receta de la familia Abeal, aunque otros también han asegurado ser los creadores.
En la carta también estará el Errol Flynn, un coctel con hielo, vodka y un brebaje con jugo de tomate acompañado con una rama de apio. Entre los pocos cambios que tendrá el nuevo bar es el aire acondicionado para comodidad de los sudorosos clientes.
En una mañana reciente, en la esquina de las calles de Animas y Zulueta decenas de trabajadores estaban atareados pintando y dando los toques finales a la superficie de la barra de madera. El letrero de Sloppy Joe’s que cuelga en la esquina del edificio está envuelto en plástico y listo para ser destapado para el día de la inauguración.
Imprevistos en la remodelación postergaron el plan original de la reapertura cerca de Año Nuevo como quería Iznaga, y los primeros tragos de ron Havana Club posiblemente fluirán en algún momento de febrero.
En los Estrechos de Florida, donde Joe Russell nombró a su propio bar Sloppy Joe’s en la década de 1930 a sugerencia de su amigo Ernest Hemingway, los operadores están encantados de que el original esté renaciendo.
“Es emocionante porque obviamente nuestra historia está atada a su historia”, dijo Donna Edwards, gerente de marca en Joe’s en Cayo Oeste, que recientemente celebró sus 75 años de apertura. “Hemingway y Russell frecuentaban el Sloppy Joe’s cuando estaban en La Habana. Es una pieza de la historia y nuestra historia ahora vuelve a vivir”. AP