Para muchos el 23 de enero de 1958 represento la apertura de la democracia en Venezuela, fue la demostración de que un pueblo en la calle es sinónimo de lucha y libertad. En los actuales momentos en donde se ha perdido el hilo constitucional, el caos, la anarquía y la diatriba política se apoderan de la patria, es necesario pensar al país y a sus instituciones a través de partidos, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos comprometidos con los valores democráticos.
El 23 de enero del 2013 debe ser un día para quitarse las mordazas y comprometerse con la defensa de las libertades individuales y colectivas, es tiempo de agarrar la calle como escenario de protesta. Es el momento de elevar una proclama para que el mundo sepa que los venezolanos no permitimos la invasión cubana y que exigimos que se diga la verdad en relación al secuestro del presidente por parte del régimen castrista que es quien está dirigiendo los destinos de los venezolanos.
Es el momento de invocar a nuestros antepasados, aquellos que hicieron que la dictadura quedara atrás en 1958 y solo sea recordada como un episodio fatídico en nuestra historia republicana. Es la hora de unificar un criterio y dejar a un lado las apetencias personales y políticas, el país se nos va de las manos elección tras elección sin pensar en el verdadero proyecto que reivindique a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Los venezolanos enarbolamos banderas de defensa de Derechos Humanos, pero también invocamos al coraje cívico, a ese ímpetu que ha hecho que sociedades en crisis salgan de sus atolladeros sin el mayor costo de vidas posibles, sin lastimar o confrontarse entre hermanos, pero permitiendo la disidencia y el derecho a la legitima protesta por parte de quienes piensan diferente.
Mientras siga en tinieblas la situación del país y el hermetismo con la enfermedad del presidente, organizaciones civiles deberán evitar la violación a la Constitución y demandaran el cumplimiento a la carta magna sin que eso sea considerado traición a la patria como se le ha venido señalando a la defensa de nuestra institucionalidad como país.
No es momento para el silencio, ni para mordazas, llego la hora de los valientes, de los que reivindican a la patria que el Libertador soñó. Los cobardes no tienen cabida en la historia, ni mucho menos pueden orientar las luchas sociales, las transformaciones políticas pasan por hombres y mujeres decididos a dejarlo todo en el combate.
El 2013 será un año crucial para la oposición y el chavismo, el secuestro del presidente no puede ser visto con buenos ojos por ningún venezolano que crea en valores democráticos y rechace toda injerencia extranjera en los asuntos de la nación.
Los problemas y las diatribas políticas deben ser solventadas o por el voto o por el dialogo, pero nunca por un usurpador o por el régimen castrista que llevo a la quiebra a Cuba.