Cabello y Maduro: Unidos por Chávez, tentados por el poder

Cabello y Maduro: Unidos por Chávez, tentados por el poder

(Foto archivo)

La cohesión del oficialismo aflora en momentos críticos, lo que desmonta la tesis de la fractura política, por ahora. Las corrientes internas del chavismo fueron expuestas por el Presidente en la cadena del 8 de diciembre. El poder económico que ostenta Rafael Ramírez es inobjetable y de momento se inclina hacia un lado. Por antagónicos que sean, cada grupo depende del otro para subsistir, publica El Nacional.

Maru Morales  / El Nacional

Históricamente el chavismo ha demostrado su capacidad de cohesión en momentos de crisis. En período de elecciones, frente a amenazas externas, ante acciones concertadas de la oposición y en la enfermedad del presidente Hugo Chávez, las corrientes en el oficialismo ponen de lado cualquier diferencia conceptual, roce personal e incluso aspiración de poder para mostrarse y actuar como una sola fuerza.





Al mismo tiempo, a lo largo de 14 años ha quedado en evidencia que los períodos de mayor fragilidad del chavismo han estado asociados a los episodios de sectarismo partidista y a los intentos de silenciamiento de la crítica interna.

El más reciente de esos episodios ocurrió en las elecciones regionales, cuando el oficialismo fue dividido en cuatro estados y “puso en riesgo a la revolución”, según palabras del vicepresidente Nicolás Maduro.

Los posibles escenarios políticos por venir son múltiples y todos giran en torno a la ausencia o presencia de Chávez en ellos. Del desenlace de la enfermedad que atraviesa el líder y de las posiciones que asuman los actuales ostentadores del poder dependerá el destino del partido creado por Chávez, del proceso político que él inició, e incluso del país.

Sin división, por ahora. En sus lineamientos, el Partido Socialista Unido de Venezuela no concede a la militancia el derecho de conformar grupos de opinión dentro de la tolda política. Sin embargo, desde sus inicios, cuando el movimiento era primordialmente militar (MBR-200), pasando por la incorporación de los civiles en el camino electoral (MVR), hasta el presente cuando adquirió la forma de un partido político (PSUV), las corrientes internas han existido.

La coyuntura generada por la ausencia física del líder ­que en diciembre pasado viajó a Cuba para someterse a una cuarta intervención quirúrgica­ y el reparto del poder que él mismo hizo antes de partir han fortalecido esas tendencias internas hasta hacerlas públicas.

Desde diciembre de 2011 Cabello es el primer vicepresidente del partido y desde enero de 2012 preside el Poder Legislativo. Del otro lado está Maduro, quien desde octubre de 2012 es vicepresidente Ejecutivo y desde diciembre es “delegado del poder político” en palabras de Chávez, y su candidato presidencial en caso de ser necesario convocar a nuevas elecciones.

Diferentes fuentes consultadas, algunas activas en el PSUV y otras distanciadas del oficialismo, coincidieron en señalar que no es correcto hablar de divisiones ni fracturas en el chavismo pues, al contrario, la enfermedad del Presidente ha servido de factor de cohesión.

Sin embargo, admiten que un desenlace que implique la desaparición de Chávez de la escena política podría cambiar las cosas.

Dos más uno. Es así como de un lado se ubica el denominado grupo de “los civiles”, “los ideológicos” o “los maduristas” y del otro, el grupo de “los militares”, “los pragmáticos” o “los diosdadistas”. Lo anterior, sin embargo, no significa que todos los militares quieran a Cabello o que todos los civiles prefieran a Maduro.

Es el caso del gobernador de Vargas, general en jefe Jorge García Carneiro, que a pesar de ser militar tiene diferencias con Cabello por un asunto de trato personal, o del teniente coronel Francisco Arias Cárdenas, gobernador de Zulia, que viene del sector militar, pero con una gran aceptación popular probada en las elecciones de diciembre y estrechas alianzas civiles a lo largo de su carrera política.

También está el caso de quienes no se identifican claramente con ninguno de los grupos, como el capitán José Vielma Mora, gobernador de Táchira. “No hay que olvidar que Vielma fue sustituido en el Seniat por el hermano de Diosdado, José David Cabello.

Hay un tema personal ahí”, apuntó un ex colaborador de Chávez.

Además de estos dos grandes bloques, está un grupo intermedio de gran importancia que por sus características podría denominarse “los del entorno familiar”, integrado por los hijos, hermanos y primos de Chávez, pero que se extiende a figuras como Rafael Ramírez, Jorge Giordani y Jorge Arreaza, entre otros. Este grupo, por ahora, se ha inclinado hacia Maduro.

En todo caso, los dos personajes que dirigen el Gobierno son opuestos en cuanto a su origen político, su formación profesional, su área de influencia económica, su vinculación con los movimientos de base y su carácter. Estas diferencias pueden ser percibidas como antagónicas, lo que implicaría una confrontación; o como complementarias, lo que significaría una cooperación.

Poder repartido. El poder y la influencia de Rafael Ramírez, ministro de Petróleo y presidente de Pdvsa, no son menospreciados ni ignorados en el oficialismo. “Ramírez controla la principal fuente de ingresos del país y tiene gran poder sobre los sindicatos del sector petrolero, del sector energético y de la CVG”, indicó una fuente del PSUV.

Constituye la tercera pata de la mesa que sostiene al Gobierno. Cabello incide en lo militar y controla el poder político interno; Maduro se apoya en lo civil-ideológico y en su influencia externa, y Ramírez en lo económico con cercanía a ciertos sectores laborales.

En una primera instancia, ninguno de los tres podría controlar el Gobierno sin el respaldo de los otros dos. De momento, Ramírez y el grupo cercano a Chávez se han inclinado hacia los “civiles, ideológicos o maduristas”. Un dirigente de la izquierda tradicional y antiguo simpatizante del oficialismo sostuvo que “en todo este tiempo, Chávez supo repartir el poder para que ninguna de las facciones se impusiera sobre las demás”.