Lee Charie, de 32 años y oriundo de Gran Bretaña, vacacionaba en la isla de Koh Tao, Tailandia. La noche caía lenta y él, en su balcón, contemplaba el atardecer. No sabe cómo, cuándo, ni por qué, pero cayó desde los seis metros de altura que separaban su habitación de la planta baja.
El personal del hotel lo encontró inconsciente y se encargó de trasladarlo a una isla cercana, conocida como Samui Koh. Los médicos lograron revivirlo después de varias horas sin que Lee entregara alguna señal de vida.
“Le inyectaron una medicina y tosió, luego de estar muerto. Allí decidieron salvarlo”, dijo su padre al Daily Mail.
Cuando Lee despertó, el cirujano le entregó una caja hermética, donde estaba la mitad de su cráneo. “Ni siquiera recuerdo haber caído”, dijo el joven turista que permaneció dos semanas en terapia intensiva.
Volvió a Gran Bretaña el 18 de enero, acompañado por un plantel médico. Está aprendiendo a hablar y a moverse, de nuevo. Con la parte de su cabeza que descansa en un recipiente estéril, construirán una placa de titanio para volver a armar el cráneo.