Lo que es imposible es andar de arúspice y predecir el orden final de los acontecimientos que nos llevarán a otra etapa en la conducción del país en crisis y si el costo para llegar a ella seria pagable, moralmente aceptable, pero por sobre todo si era inevitable pagarlo sin haber agotado la manía de confrontar en lugar de transar.
El velorio inevitable es la señal del cambio brusco que desatará los demonios. Se abrirá un creciente vacío de poder y la troika Maduro- Cabello- Ramírez se empeñaran no solo en negarla sino en profundizar el divorcio con el país, que empezará a vomitarlos.
La primera hipótesis versa entonces sobre la constatación que los de “la troika” se ponen brutos y cómicos creyéndose portadores de una herencia, de fortalezas tales, que pueden seguir gobernando contra dos tercios del país y contra 9 de cada 10 de quienes producen o distribuyen bienes, y creyéndose portadores de un portentoso apoyo popular, cuando solo reúnen el aplauso de beneficiarios de la economía vudú de repartos, despilfarros y prevaricaciones a granel, mientras había mucho, porque al recortar esos beneficios, como será irremediablemente el caso, les saltarán también a la yugular del gobierno. Y esto va desde grandes banqueros que hasta le han servido de apoyos limitados a la oposición sifrina con complicidad gubernamental, hasta pedigüeños de toda condición social, donde los más vehementes serán los del propio partido de gobierno, que van a embochinchar todo exigiendo las reivindicaciones del “pueblo chavista” y el subsidio masivo de la manguangua como estaban acostumbrados con “el comandante”.
Si luego del velorio, la Troika con Maduro en la presidencia, luego de unas elecciones otra vez fraudulentas, pretende seguir dirigiendo el país a punta de insultos, mentiras e ideología barata, amen de su reiterado entreguismo a los tiranos cubanos, es cuestión solo de pocos meses, que se entre en el torbellino de una confrontación en escalada que por supuesto tendrá los pleitos en los cuarteles como telón de fondo decisivo.
Para sostener esta línea de conductas suicidas, resulta propio de chambones esa tirantes generada contra un partido como el PJ y su candidato, que han dado reiteradas garantías al régimen y a quienes deberían más bien conservar como los impostores representantes de nuestro sector, para volverles a usar como preservativo electoral.
Por eso hay quienes sostengan, con toda clase de argumentos válidos, que todas estas invectivas contra PJ y Capriles son puro teatro, para darles la predominancia perdida, -a raíz del 7-O- que necesitan en el campo opositor y generar así el delirante debate de falsas trincheras de imposturas entre los protervos “herederos de Chávez” y del lado nuestro las inocentes palomas de la paz ensangrentadas como mártires de la calumnia como son nuestros portentos del heroísmo sifrino.
Lo lógico es pensar entonces que luego de estos teatros y del velorio pendiente, por fin estos brutos del cogollo heredero se jueguen a fondo por dar importantes concesiones a la llamada oposición electoral, de manera que esta pueda seguir abusando de la ingenuidad y del cinismo colectivo, propios de los grandes bandos en que se divide nuestro electorado, no chavista.
Porque lo lógico es que si ha de tener viabilidad la continuación de este régimen, es basándose en grandes concesiones. Por eso sostengo que cuando se juegan a siquitrillar, desde las elecciones de diciembre, y ahora con insultos y provocaciones dictatoriales de toda suerte, preparando una eventual elección fraudulenta de Maduro y luego un arrase en las municipales de mediados de año, habrá que concluir que definitivamente estos tapados nunca entenderán que gobiernan un país que está a punto de mandarlos al cipote por otros medios, incluyendo el de la fractura militar.
Necesitamos repudiar el sistema electoral fraudulento y obligar realizar unas elecciones limpias.
Debe escogerse un candidato que no sea gallina para ganar y poder defender el triunfo, buscando por todos los medios evitar una confrontación cuando toque decidir, en medio del vacío de poder, quien ha de gobernar este país cuando termine esta pesadilla del chavismo hegemónico. Porque su hegemonía se va con la vida de su caudillo y al quedar en bancarrota la oposición colaboracionista que le servía de sostén.
Una nueva dirección opositora debe imponer esas elecciones democráticas, para lograr la segunda independencia y poner fin a la dominación colonial castrista.
Debe constituirse un gobierno de transición de dos años, que reordene institucionalmente el país, ponga sobre sus pies la economía y emprenda el rescate de Venezuela para reconstruir la concordia y unidad nacional.