Por insólito que parezca, el país amanece respirando aliviado por el regreso a Caracas del Presidente Hugo Chávez. El retorno de la figura primariamente responsable por crear las condiciones para que la democracia venezolana vaya sucumbiendo lentamente ante una forma perniciosa de populismo autoritario ha traído un tenso respiro a un país agobiado por la incertidumbre.
En la lógica impuesta por el caos institucional, creado por la violación de la Constitución Nacional que abrió la puerta a la usurpación bicéfala del popularmente llamado Binomio de Oro Maduro/Cabello, las razones del alivio no son difíciles de entender. Primeramente está la incapacidad supina del dúo usurpador para ejercer el poder sin estropear el cuidadoso tinglado de pseudo-normalidad al que nos tenía acostumbrado el Comandante-Presidente. No es solamente la procacidad sin gracia del lenguaje de Maduro y Cabello, sino la forma en que la disputa interna por el poder exhibía las costuras del gobierno y estropeaba la puesta en escena normalmente cuidadosa de los actos gubernamentales. Los episodios del manejo de la devaluación, el desfile del 4 de febrero y la acusación contra los diputados de Primero Justicia en la Asamblea Nacional, son todos ejemplos de que el chavismo sin Chávez es una ficción esencialmente porque los herederos no pueden ni saben calzar las botas del líder.
Sin embargo, la imposibilidad del chavismo sin Chávez no debe ser necesariamente interpretada como que la desaparición del líder se vaya a traducir en el colapso del parapeto revolucionario. En realidad muy lejos de eso. El interinato anti-constitucional de la usurpación ha verificado de manera ejemplar la conseja popular de que siempre se puede estar peor, algo que en nuestro caso se manifestó en el hecho de que los herederos tienen una visión mucho más corrupta y destructiva que lo que la obra del Gran Jefe había evidenciado hasta ahora. La sensación inescapable de que el país se precipitaba hacia una situación de caos y violencia cada vez más difícil de contener, todo ello acompañado de los efectos devastadores de la devaluación, se ha aminorado de un modo perceptible con la noticia de que el Presidente está en Caracas.
Desafortunadamente el alivio que se percibe por el retorno de Chávez a Venezuela no tiene ningún fundamento real en que vaya a ocurrir un cambio en la política del chavismo hacia el resto del país. La misma intolerancia y los mismos planes de avasallar y controlar a la sociedad siguen en pie, pero es indudable que la presencia del Jefe va a controlar por un tiempo la batalla interna por el poder que protagonizan El Ungido Maduro y quienes se le oponen. El único elemento real y para nada despreciable es que la presencia del presidente electo permite despejar el camino constitucional para la convocatoria a nuevas elecciones, si es que Chávez no se recupera de su enfermedad y su ausencia es declarada permanente, o para que asuma las riendas del gobierno si su salud se lo permite. Dentro de un escenario muy malo esto despejaría un poco la enrarecida atmósfera política del país.
El juego para las fuerzas de la alternativa democrática se presenta muy complejo pero cargado de oportunidades por el retorno del Jefe. Parece indispensable desmontar el espejismo de que el regreso de Chávez traerá ninguna mejora real de las condiciones del país, excepto lo mencionado antes en relación a despejar la incertidumbre sobre la usurpación de poderes y la violación de la Constitución. Todo lo que ha estado mal continuará peor, agravado por la grosera intromisión cubana, iraní, china y rusa en Venezuela que no va a disminuir por el hecho del retorno del Jefe. La conducta alevosa y traicionera para el futuro de la nación que involucra la entrega de soberanía a las cuatro potencias líderes del proxenetismo internacional contra Venezuela no debe ocupar un lugar menor en el discurso de la oposición. El caso más conocido es por supuesto el cubano, pero el reciente caso de la entrega vergonzosa de la prospección y explotación minera de Venezuela a las golosas manos chinas y otros episodios donde están involucrados agentes rusos e iraníes conforman un cuadro que debe ser ampliamente explotado en el discurso de la alternativa democrática. Seguimos padeciendo la ausencia de una narrativa integrada que combine denuncia con el sueño de la Venezuela posible, pero nuevamente tenemos una oportunidad de articular este discurso con la realidad de la gente.
Explicar en el exterior lo que está ocurriendo en Venezuela es una tarea increíblemente difícil, entre otras cosas porque la situación tiene tal profusión de elementos surrealistas que hay que recurrir a imágenes y analogías que parecían enterradas en la historia. Pero es indispensable mantener este esfuerzo en conjunción con lo que se haga en Venezuela, porque en algún momento la persistencia y la disciplina de la denuncia llegarán a penetrar la coraza de desconcierto de la gente y a convencer a muchos de que el realismo mágico tropical, que permite el secuestro del Presidente en La Habana por más de dos meses, no es una travesura de estas tierras sino algo que tiene consecuencias dramáticas sobre millones de personas que viven con la vida en un hilo.
Ya que la oposición ha precisado en que venimos errando, como se desprende del documento público de al MUD, es indispensable traducir esa reflexión en actos concretos que no dejen que nuevamente se escape otra oportunidad que el regreso del Jefe nos está deparando.
Vladimiro Mujica.