Pasamos muchas horas en el trabajo y en algunas ocasiones llegamos a congeniar con nuestros superiores. Sin embargo, conviene tener cuidado en dos aspectos: por un lado, el exceso de confianza con nuestro jefe o jefa puede llevarnos a confesar partes de nuestra vida que no nos conviene laboralmente; por otro, es común tener algún descuido cuando intentamos justificar problemas o ausencias que empeoran todo. Algunos observadores del mundo empresarial y de los negocios ofrecen sus recomendaciones para no pifiarla con los jefes:
1. Cansancio por haber estudiado la noche anterior
Andar agotado por la oficina puede ser bien visto si es producto de haber salido muy tarde del trabajo el día anterior, pero no sienta tan bien quejarse de cansancio si tiene que ver con estudios con los que andas labrándote otra carrera.
La asesora laboral y bloguera Megan Broussard cuenta en The Daily Muse el caso de una chica con la que trabajó y cuya actitud no fue bien valorada en la empresa. Confesó estar cansada por haber pasado la noche anterior estudiando para su certificado de profesorado y añadió que quería marcharse tan pronto como pudiera de la empresa para tener un buen trabajo como enseñante. Es más, terminó diciendo “es muy duro encontrar trabajo en esta economía”.
2. Anunciar la resaca por una noche loca
La confianza con los superiores puede jugarnos una mala pasada y confesar la borrachera de la noche anterior generará seguramente rechazo. Juguetear con el ibuprofeno, darse una doble capa de antiojeras y abusar del café puede delatarte, pero ayuda a sobrellevar la jornada. Dos directivos del portal de empleo Monster recomiendan en todo caso no dar mucha información sobre tus fiestas a los jefes, ni aun teniendo buena relación, para evitar dañar nuestra imagen: vendrá bien cuando llegue una posible promoción, dicen Megan Malugani y Charles Purdy.
3. La verdadera razón por la que dejaste tu anterior trabajo
Hay diferentes motivos por los que dejar un trabajo: mudanza, cambio de perfil, interés en otra empresa, sentirse infravalorado, querer ganar más dinero, una mala relación con otro miembro de la organización… A la hora de responder a esa pregunta en el siguiente empleo, Elizabeth Lowman reúne algunas recomendaciones de expertos. En primer lugar, hay que mostrar honestidad: “Si nos han despedido no tenemos todo perdido, podemos explicar lo que aprendimos con ello”, explica.Tampoco queda bien criticar demasiado nuestro anterior empleo
Otro consejo para explicar nuestro cambio es tener una actitud positiva con respecto a lo sufrido en la anterior empresa, si es el caso, y no aprovechar para despotricar de ella. En cualquier caso, conviene ser breve y enfocar de nuevo la conversación hacia nuestro interés por el nuevo trabajo. Sobre todo, hay que tener cuidado con criticar alguna cuestión que pueda estar descrita en la oferta de empleo a la que hemos acudido… si lo que queremos es conseguir el trabajo.
4. “No soporto a…”
Quejarse sobre la personalidad de algún compañero o compañera refleja poca capacidad de trabajo en equipo, dicen los directivos de Monster. No procede contarle problemas personales que tengamos con alguien de la empresa al jefe. En cambio si se trata de cuestiones de presión, una ilegalidad o comportamiento inmoral hay que contarlo, siempre desde un tono profesional y relacionado con el trabajo.
5. Actitudes infantiles
En el ambiente de los superiores puede que determinadas expresiones se perciban como gestos pueriles, aunque en el fondo tengamos razón. “No es mi culpa”, “te avisé por email” o “yo siempre lo hice de otra manera”, son algunos ejemplos. Si algún problema no ha sido por un error nuestro hay que indicarlo con delicadeza ofreciendo a la vez alguna solución o mostrando un cierto interés porque se resuelva. A lo mejor no exime de la bronca, sobre todo si efectivamente tenía algo que ver con nosotros, pero queda mejor que echar balones fuera, aclaran Malugani y Purdy.
Por otro lado, si nos encontramos con un jefe que quiera probar tareas diferentes decir aquello “así es como lo solemos hacer aquí”, o “como lo hago yo” no es lo más aconsejable. Siempre es mejor estar abiertos a nuevas ideas, dicen ambos expertos, pero si hay dudas sobre alguna lo apropiado es proponer alternativas y no negarse sin aportar nada.