Por nuestra formación y trayectoria somos dados a buscar entendimientos sobre la base del diálogo abierto y sincero. En lo personal desde la época de presidente del Centro de Estudiantes de Derecho, de la Federación de Centros Universitarios o como miembro del Consejo Universitario de la Universidad del Zulia, único centro de estudios superiores que en la primera mitad de la década de los sesentaquedó fuera del control “extremista” –MIR y PCV- apóstoles de la revolución cubana- esa fue nuestra conducta.
Pero ello nunca excluyó la confrontación recia, el combate sin tregua contra adversarios siempre muy respetados en lo personal. Entre ellos conservo grandes amigos hasta ahora, a pesar de la naturaleza de la lucha. Igual cosa podemos afirmar durante cinco períodos constitucionales en la Cámara de Diputados, la cual me toco hasta presidirla en los setenta. En COPEI ha sido lo mismo. Como deportista activo igual, cuando lo fui.
Digo estas cosas porque me preocupa cierta exageración en los llamados al diálogo y a la búsqueda de entendimientos con quienes trabajan para eliminar la democracia, consolidar la dictadura comunista que construyen retadora y cobardemente, entregar la Soberanía nacional a Cuba, negociar apoyos políticos internacionales sobre la base del soborno y el despilfarro de nuestros recursos y convertir al hampa común, hoy crimen organizado, en instrumento para el miedo y el terror ciudadano.
El control absoluto de todas las ramas del poder público, incluido el poder electoral, está cerrando las vías institucionales para luchar en igualdad de condiciones y las iniciativas de acuerdos. Incluso las humanitarias basadas en la justicia, son objeto de burlas insólitas.
El problema trasciende a Chávez. Moribundo, grave o sano, la consolidación de la dictadura no se detiene. Civiles y militares hemos jurado “sostener y defender, cumplir y hacer cumplir, la Constitución y leyes de la República”. ¿O no? El sol brillará de nuevo sobre Venezuela.
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