1. En pocos días se cumplirán tres meses de la desaparición pública del presidente Hugo Chávez. Mucho se ha especulado sobre su enfermedad; desde que se conoció su grave estado de salud como su pronta curación, se han anunciado medias verdades, completadas luego con medias mentiras y el sentimiento colectivo es que los venezolanos estamos sometidos a un perverso plan de manipulación para que el poder se concentre en la mariclaque más cercana al Presidente Chávez y a los dictadores cubanos Fidel y Raúl Castro quienes parecieran, finalmente, tener el control absoluto de cuanto acontece en nuestro país. Recordemos que Hugo Chávez en visita médica en La Habana realizó un dramático regreso a Venezuela el 8 de diciembre pasado para confirmar la reincidencia de su “dolencia”, refirió la crítica intervención quirúrgica a la que sería sometido, y en prevención de una “situación sobrevenida” que lo imposibilitara de seguir al mando de la presidencia para concluir el periodo o como presidente electo, expresó sus votos por una sucesión presidencial estrictamente apegada a la Constitución: el vicepresidente terminaría el mandato y de convocarse una nueva elección pidió a los suyos votar por su candidato, Nicolás Maduro. El hecho es que la previsible (a su criterio) situación sobrevenida ocurrió, por complicaciones derivadas de la cubana operación, y sin embargo los poderes públicos venezolanos optaron, en contradicción con el Jefe máximo, por la vía ilegítima de la usurpación. ¿Por qué el poder constituido venezolano, tan obsecuente y sometido a los dictámenes y caprichos de Chávez, ha decidido patear la Constitución es una interrogante que me produce sumo desconcierto y sobre la cual no encuentro una mínima posibilidad de respuesta.
2. Nicolás Maduro ha usurpado el poder. Y la permanencia de Maduro al frente del gobierno, no habiendo sido electo por el voto popular para ejercer el cargo, se encubre en la neolengua del chavismo bajo el artificio de la llamada “continuidad administrativa”. ¿Por qué si la Constitución ofrecía una vía institucional para mantener el status quo, heteredoxa ciertamente sin la juramentación de rigor, mediante la declaración de la ausencia temporal, por qué repito, se tomó el riesgoso sendero de la usurpación? Los venezolanos tenemos casi tres meses sin ver y oír al Presidente de la República. Se habló, en su oportunidad de su secuestro en La Habana por los hermanos Castro quienes controlaban todo acceso al mandatario nacional, y luego de su dada de alta (o de baja, nadie lo sabe a ciencia cierta..!) se anuncia que está convaleciente, supuestamente, en el Hospital Militar de Caracas. Muchos venezolanos no lo creen. Hay quienes se manejan en la certeza de que el presidente ha fallecido. Pero del mismo modo, hay quienes aseguran que pronto aparecerá bailando, cantando y echando chistes, milagrosamente sanado. La Neolengua con la que se elaboran “los partes” oficiales sobre su enfermedad poco alumbran en la comprensión de la afectación, del tratamiento al que está sometido y el estado real del paciente. La única certidumbre que podemos tener hoy es que el gobierno usurpador funda su política en la incertidumbre. Que maneja a su antojo las informaciones sobre la salud del presidente y los sentimientos de los venezolanos, tanto de sus partidarios como de sus oponentes. La enfermedad presidencial está en el corazón de la manipulación política, mientras parecieran buscar ganar tiempo. ¿Hasta cuándo? ¿Para qué?
3. Los “partes oficiales” constituyen un cuerpo invalorable para la comprensión de la estrategia manipulativa de la neolengua del autocratismo chavista. Fuera del tema de la mentira, de la opacidad y el secretismo en el que ha manejado las dolencias del Jefe del Estado, el palabrerío inventado tipifica un modelo político que tiene una valiosísima referencia en la obra de Orwell, 1984. En otro registro, muchos lo asocian al célebre Mario Moreno, Cantinflas.
Si bien cuesta creer (o en todo caso expresa un nivel de cruel inhumanidad) que una persona en tan delicado estado de salud siga en funciones atendiendo complejas competencias y tareas de un Jefe de gobierno, los “partes” del gobierno desde su desaparición en La Habana tienen construcciones verdaderamente de antología. Mientras el Presidente Santos fue operado de un cáncer de próstata, Cristina Kirchner de un supuesto cáncer de tiroides y Lula en la garganta, en el caso de Chávez nunca se menciona la dolencia, sino se habla de la “enfermedad de base”. En el más reciente informe no se refirió terapia alguna sino que “el paciente está aferrado a Cristo”. Y a Cristo parecen aferrarse también los venezolanos para que cese la incertidumbre y entre en vigor la Constitución.