Misia Moral Revolucionaria existió siglos después, pero vivió en su antítesis: la deshonra. Su vida se desgranó y extinguió sin honor, con más pena que gloria al entregar la patria de sus padres a otra extraña y contaminada de interés, odio y sangre; su existencia fue dedicada a imaginar frente al espejo epopeyas jamás realizadas, dejando una biografía tejida con hilos de derroche, rendición y daño; así, que mirando desde la distancia observó el erial en que su patria devino, no otra cosa que muerte en vida y vida en muerte; no hubo lugar para arrepentimiento… Sus nobles hijos la vieron fallecer luego que apoyaran un largo tormento, y aún muerta, deudos y seguidores no la dejaron morir; todos confundidos ante los restos momificados, no sabían qué, ni cómo hacer, su inmadurez personal y política sólo permitía una mentira continuada.
El corazón de Moral pesó demasiado; Ammit, situado bajo la balanza de Osiris, abiertas sus fauces de cocodrilo acabó con su inútil existencia quedando sólo el amargo sabor del recuerdo.