El antes y el después de Julieta Venegas

El antes y el después de Julieta Venegas

Foto archivo

Para Julieta Venegas, hubo un antes y un después del nacimiento de su hija en su forma de componer y de ver la vida. “Deprimida” por la situación de su país y con el radar de sus preocupaciones más abierto que nunca, la mexicana vuelve con un disco “más reflexivo” y lleno de “anhelos”, con toque electropop.

“Cuando tienes un hijo no ves la vida con más ligereza, sino que ves más y te preocupas por otras cosas distintas. Cambia el centro de gravedad”, ha declarado en una entrevista con Efe ante el lanzamiento el 19 de marzo de “Los momentos” (Sony Music) y el convencimiento de que “ya no podría escribir las canciones que escribía antes de que estuviese Simona”.

Todo se acomoda en torno a ella, reconoce la intérprete de “Andar conmigo” y “Limón y sal”, que se construyó un estudio al lado de casa para grabar más cómodamente y aprovechar al máximo su tiempo de trabajo.





“Tengo que ser más organizada. Dependo de otra persona, porque necesito que esté tranquila y feliz y, cuando la veo así, puedo escribir”, reconoce Venegas, que en este disco presenta once canciones nuevas sin un hilo argumental común, pero muy influidas por los acontecimientos externos.

Hay “mucho anhelo, mucha pérdida y también mucha necesidad de conectar con la gente, sobre todo cuando pasan cosas difíciles”, comenta su autora, que ha escrito historias “más duras”, probablemente contagiada por la situación de México.

“Creo que ha empeorado bastante. Está esta cosa con el miedo que existe todo el tiempo, cómo se ha complicado la violencia… Hay tantos elementos juntos que ya son como parte de los defectos que tenemos como país, que no sabes cómo vamos a salir”, declara.

Dice que es pronto para valorar la gestión del nuevo presidente, Enrique Peña Nieto, pero que, como miembro del PRI, su acceso al poder representa para ella “un retroceso”.

Coincide con el aire de su portada, un sencillo retrato a carboncillo obra del ilustrador Richard Heinz que, en su opinión, plasma perfectamente “ese aire de tristeza”.

Con todo, dice que pese a su carácter nervioso -que se manifiesta en su rauda forma de hablar-, la maternidad le ha hecho perder la sensación “de urgencia” y que busca la tranquilidad, “no dramatizar y “buscar la salida de las cosas, mirando siempre para adelante”.

En lo musical, sus temas adquieren un nuevo tinte sintético, con más sintetizadores, en un intento por “contrastar” y dejar atrás el acordeón -“ya lo tengo muy conocido”, dice- y los sonidos acústicos de sus dos producciones previas, “MTV Unplugged” (2008) y “Otra cosa” (2010).

“Para mí es un disco de cantautora, no estoy intentado ser diva del electropop. Lo importante es el contenido”, precisa ella, que ha colaborado en este sexto álbum de estudio con el joven Yamil Rezc, un productor mexicano procedente del sector más independiente.

Por ese estudio casero pasaron de visita muchos amigos que terminaron dejando su huella en este álbum, como Natalia Lafourcade o Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba, a los que conoce desde que esta banda la apoyara en sus inicios como solista, en 1996, tras su paso por el grupo de ska-reggae Tijuana No!.

“Por más que sienta amistad por él, me intimidaba artísticamente porque es alguien que me ha influido mucho”, dice sobre esta inédita colaboración, a la que se añade la de la franco-chilena Ana Tijoux, esta vez gracias a Internet.

En julio visitará Alemania y prevé dejarse ver nuevamente por España. “No se han desecho de mí”, bromea la artista. EFE