El cuerpo del abogado penalista francés Olivier Metzner, de 63 años, apareció hoy flotando en aguas de su isla privada en el golfo de Morbihan, en la costa Atlántica de Francia, en lo que parece un suicidio.
Su cadáver fue encontrado junto a una nota explicando que había decidido quitarse la vida hacia las 09.00 GMT, según informó la Gendarmería y confirmó el entorno del jurista, que había defendido, entre otros, al dictador panameño Manuel Noriega o al ex primer ministro francés Dominique de Villepin en el “caso Clearstream”.
Metzner se había ocupado también de la defensa del cantante de “Noir Desir” Bertrand Cantat, que mató en la capital lituana, Vilna, a su compañera sentimental y actriz Marie Trintignant, y del caso del operador de mercados Jérôme Kerviel, que causó pérdidas de 5.000 millones de euros al banco Societé Générale.
Además, este especialista en derecho penal de negocios tuvo también como clientes al expresidente de la petrolera Elf Loïk Le Floch-Prigent, al exresponsable de Vivendi Jean-Marie Messier, a la hija de la heredera de L’Oreal Liliane Bettencourt, Françoise Bettencourt-Meyers, o a la aerolínea estadounidense Continental Airlines en el caso por el accidente mortal del Concorde, entre otros.
Nacido en un entorno humilde en la localidad normanda de Champ-Haut en 1949 y abogado desde 1975, Metzner inició su carrera como letrado defendiendo a malhechores comunes, antes de especializarse en grandes nombres y convertirse en una de las togas más reconocidas del Palacio de Justicia de París.
A finales del año pasado puso en venta la propiedad en la que ha aparecido muerto y, en aquella ocasión, declaró a “Le Figaro” que tenía “otro proyecto”.
“Voy a encontrarme más con el mar”, sentenció el pasado diciembre.
Amante del arte contemporáneo y fumador incorregible que portaba siempre unas gafas apoyadas en la punta de la nariz, Metzner participó como letrado en buena parte de los mayores escándalos políticos y financieros de Francia en los últimos años.
Otro de los letrados más ilustres de París, el exministro Georges Kiejman, declaró a la emisora “Europe 1” que se considera un admirador intelectual del letrado, pero señaló que consideraba que le faltaba “sensibilidad”.
“Ese al que yo veía como un coloso tenía también sus fragilidades”, añadió. EFE