¿Sabías que padres con altos ingresos también suelen tener hijos con mayores ingresos que la media? ¿Y que mientras más parecido el hijo es al padre, más unidos son? La lista es larga y hay muchas cuestiones interesantes del vínculo padre-hijo que han sido probadas científicamente. A saber:
Dormir cerca. Los padres que duermen cerca de sus hijos tienen niveles de testosterona más bajos que quienes no descansan cada noche cerca de ellos, según revela un reciente estudio de la Universidad de Notre Dame (Francia) publicado en la revista PLOS One. Según los investigadores, este descenso de los niveles de la hormona masculina por excelencia hace que un padre sea más receptivo a las demandas de sus hijos.
Más parecido, más unidos. La teoría de la evolución de Charles Darwin predecía que los hombres cuidan más de sus hijos cuando se asemejan a ellos. Un estudio francés publicado en la revista Animal Behaviour hace unos años confirmaba que, en efecto, el interés paterno y la dedicación de un padre hacia sus hijos se ven influenciadas por las similitudes genéticas que existen entre ambos. Los experimentos que lo demuestran se llevaron a cabo en Senegal.
Ojo con los michelines paternos. Que el padre de un niño sea obeso puede producir alteraciones en la expresión de los genes (epigenéticas) en la siguiente generación que aumentan en sus hijos el riesgo de desarrollar enfermedades como el cáncer, sobre todo de colon y de ovario, tal y como concluía un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke (EE UU) publicado el mes pasado en la revista BMC Medicine.
Buenos recuerdos. Los hijos que conservan recuerdos afectivos de la infancia de su padre son emocionalmente más estables a la hora de afrontar el estrés cotidiano. Es la conclusión a la que llegaban Melanie Mallers y sus colegas de la Universidad estatal de California tras estudiar a casi 900 adultos y relacionar su respuesta ante discusiones, desacuerdos, tensiones laborales o familiares, etc. Con sus recuerdos de la infancia.
Padre rico, hijo rico. Los hijos de padres con altos ingresos también suelen tener mayores ingresos que la media. Pero no es por el dinero del padre, según un estudio publicado en Journal of Political Economy, sino por otros rasgos heredados o aprendidos de su progenitor, fundamentalmente cognitivos como la inteligencia o la ética en el trabajo.