La novela emitirá su capítulo final este domingo, 18 millones 903 mil personas son los electores que darán su impresión sobre cuál de los dos candidatos merece el rol de protagonista como Presidente de la República durante los próximos cinco años y medio, después de que falleciera quien estuvo en ese cargo durante los últimos 14 años, reseña El Carabobeño.
Luis Carias | lcarias@el-carabobeno.com
Nicolás Maduro y Henrique Capriles Radonski ya definieron sus estrategias y enfilan sus esfuerzos en esta última semana de campaña electoral. Mientras el Presidente encargado se prepara para las primeras elecciones en ausencia de Hugo Chávez durante la última década, el exgobernador de Miranda suma voluntades para intentar aumentar su caudal electoral.
El politólogo Ángel Oropeza manifiesta que desde el Gobierno, saben que la votación descenderá de ocho millones obtenidos en octubre a siete millones aproximadamente.
La oposición, en cambio sacó poco más de 6,5 millones, pero al sumarse 400 mil votos nulos con la cara de Henrique Capriles Radonski, el opositor se acerca casi a siete millones. “Se habla de que puede ganar o se pone realmente cerca”. Por ello, su objetivo se centra en animar y aglutinar las masas a su alrededor.
Desde la escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Oropeza señala que el 14 de abril se abre como una oportunidad inesperada, pero también es una elección interesante e inédita.
Con ese punto de vista, la unificación de la tarjeta opositora fue un acierto por razones políticas, pues se da un mensaje de lucha común. En la práctica, podrían recuperarse votos perdidos que se convirtieron en nulos o abstención. Se evita dispersión.
Dos modelos en contraste
Desde hace años, el escenario se dividió en dos. Ocurre en toda democracia: gobierno y oposición, pero en la Venezuela chavista, llegó al punto del conflicto entre las dos partes.
En un lado de ese escenario, el Gobierno ofrece reeditar lo mejor del chavismo originario y extender el legado de Chávez con una estrategia doble.
Su primera arista es fortalecerse en función del líder caído, pues es más conocido, más carismático y acaba de fallecer. Según Oropeza, la estrategia tiene el nombre de modelo de acondicionamiento clásico de Pavlov, quien estudió que sus perros salivaban ante el sonido de la campana que sonaba antes de entregar la comida. “Entendió que se asociaba un estímulo neutro que no produce repuesta con una que sí”.
Es el ABC de la publicidad. Se ve cuando se coloca a una modelo al lado de una cerveza para asociar ambas cosas, hasta el día en que se haga tan fuerte que se provoque sin necesidad de la mujer.
Maduro es poco conocido y no es tan querido, pero se asocia con algo que llame la atención y provoque el efecto de que es lo más parecido a Chávez que se puede encontrar.
En descenso
La segunda parte de esa estrategia es que desde el oficialismo conocen que la votación descenderá, porque históricamente desde 1999, cada vez que acuden a elecciones y Chávez no compite, la votación disminuye ostensiblemente, alrededor del 40%.
Entonces, según Oropeza, hay una votación oficialista cercana a los cinco millones de personas, que es dura y una adicional de tres millones que estaba amarrada al tobillo de Chávez.
Tienen la historia en contra y la votación descenderá, pero aspiran contener esa caída hasta cierto nivel y que del lado opositor también disminuya. “El mensaje es que Maduro es el hijo de Chávez y exhortar a la oposición a que desistan, pues no hay posibilidad de victoria”.
Las encuestas ligadas al oficialismo dan el mismo mensaje al apuntar que la brecha es irreversible. “Se trata de provocar desánimo y abstención en la otra acera”.
Aunque se trata de elecciones sin Chávez presente, se le ve más que nunca, pero se quiere revertir eso con frases como “la lucha sigue” o colocarlo en fotos, afiches y los mítines que empiezan y terminan con una canción de Chávez, pues saben que su ausencia normalmente provoca una caída del 40% en el caudal oficialista.
Romper el molde
La oposición también maneja una doble estrategia. En primer lugar, romper con el molde del Gobierno, al desmentir que no se trata de una competencia con Chávez, quien falleció, y resaltar el punto de que quienes instan ahora a votar eran criticados por el mandatario en otro tiempo.
Oropeza recordó que las personas solían decir que las cosas estaban mal, pues si bien Chávez manejaba muy bien su discurso, su entorno no servía.
La segunda parte de la estrategia es ver cómo hacen las personas de su bando para que no se pierdan y crean realmente en las probabilidades de triunfo para dar una sorpresa.
El mensaje
El doctor en Ciencias Políticas sostiene que el efecto de ambos mensajes se conocerá en las elecciones, pues se trata de una campaña corta y las encuestas dejan de otorgar fieles predicciones. La medición que más se acercará al resultado saldrán esta semana, pero sin tiempo para publicación.
El post chavismo tenía otra opción, apunta Oropeza, quien indicó que podía relanzarse el movimiento, renovar las ideas y retomar banderas originales, pero se quedaron con lo peor del pasado, que era su lado radical.
Un ejemplo, según el internacionalista, es que el 8 de octubre, Chávez llamó a Capriles por teléfono y se colocó a la orden, pero Maduro se aleja de ese mensaje y hace lo opuesto. “Nadie lo conoce, prácticamente no tiene gestión, por eso tiene que defenderse”.
La última semana
Capriles insistirá en su estrategia, porque parece dar resultados. Aglutina y emociona a la gente. Además, el 7 de octubre se habló de la queja de muchos partidos sin participación alguna, pero ahora todos están metidos.
La otra estrategia, que es romper el nexo entre Chávez y Maduro pareciera que también funciona por dar respuestas agresivas. “El Presidente encargado es malo como candidato, habla mal, es incoherente. Mientras más avanza la campaña, provoca más decepción que emoción en sus filas, y con seguridad esta semana se introducirá algún correctivo en la campaña”.
El lado radical
En un eventual escenario de Nicolás Maduro podría verse una versión más radical del chavismo, apuntó el psicólogo, quien en 100 días ha dejado por fuera de reuniones de gobernadores a los representantes opositores. Esto ocurre, porque Maduro necesitaba vender que era fuerte. “Tenía una imagen de blandengue, porque era el segundo al mando, sin ideas propias, pero Chávez falleció y debe demostrar fortaleza”.
Se desconoce si después del 14 de abril, de ganar Maduro, seguirá bajo la misma tónica, pero si lo hace, los problemas se exacerbarían. Por ello, el profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, cree que aplicaría algunos correctivos, aunque eso implique involucrar a la mitad del país que piensa de otra manera.
Según Oropeza, se trata de una prueba. Si el producto gusta y se está conforme, se compra, pero si necesita algo nuevo, lo cambio. “La elección debe ser responsable, una elección sobre proyectos, no personas”.
Otra dirección de la campaña de Maduro es asomar que en un eventual gobierno de Capriles, el país sería ingobernable, pero su gestión en Miranda con alcaldías y Consejo Legislativo en contra, prueban lo contrario. Si Capriles obtiene la victoria este 14 de abril, obedecería a que el país cambió y la mayoría quiso esa victoria, por lo que se producirían cambios impresionantes en el momento, empezando por la Fuerza Armada que respondería a su nombre.