El ToriPollo va de autogol en autogol. El discurso del manganzón-presidente es soso, desabrido, soporífero, escaso, errático, sin pegada, no engancha, no emociona. Se diluye entre loas al Difunto y ofensas a Capriles. Deambula entre las mentiras del fracaso de 14 años de oprobio y actos de gobierno en plena campaña violando la ley electoral ante la mirada complaciente de Tibi.
Las concentraciones castrocomunistas son cada vez más pequeñas y aburridas, sin ánimo, con gente arreada, sin motivación, llevada bajo presión para llenar un aforo cada vez más pequeño.
De no ser por sus continuos -y lamentablemente divertidos- atentados contra el idioma, su Decreto de Guerra a Muerte contra la geografía de Venezuela y su ignorancia supina que desatan hilaridad hasta en su gente, sus actos serían el entierro de un desgobierno cuyo candidato no levanta ni con las payasadas de Winston.
En el estado mayor rojo la preocupación cede espacio a la desesperación. Los signos son claros, se aprecian en el aumento de los insultos, en la violencia contra los estudiantes, en las declaraciones gobierneras de Tibi, en el rabioso cinismo de la Fiscal, en las acusaciones risibles de Reverol sobre presuntos atentados de mercenarios salvadoreños contra el “mentepollo” de su jefe.
Esta nueva versión de los “paracachitos express”, mercenarios para presuntamente matar a un “muertovivo” es la mayor de las ridiculeses de la campaña. La única seguridad que le preocupa al ToriPollo es la suya mientras en sus 100 días de gobierno han caído más de 5.000 venezolanos a manos del hampa.
El reposero que se jacta de venir del mundo sindical anunció un supuesto aumento del salario mínimo que no cayó bien ni siquiera entre los que tuvieron que asistir de forma “voluntaria” a Miraflores
Como leyó en su cuenta el día que se estrenó en twitter: “Nadie le está parando bolas a Nicolás, todos están pendiente de lo que dice Capriles. Ataca Flaco!”