Randy Buttram nunca le dio mucha importancia a los dos jarrones de 1,37 metros (4,5 pies) de alto que adornaban la elegante entrada principal de la mansión de sus abuelos en Oklahoma City y que después estaban en la fachada de la chimenea en la casa de sus padres.
Los jarrones, que estuvieron guardados y empacados casi una década, resultaron ser artículos únicos provenientes de Rusia con casi dos siglos de antigüedad, cuando reinaba Nicolás I.
También tenían un inmenso valor y el jueves alcanzaron 2,7 millones de dólares en una venta privada que se concretó casi una semana antes de ser subastados.
Buttram, de 66 años, recuerda cuando era niño y jugaba en la mansión estilo renacentista italiano de sus abuelos y que incluía un carril de bolos en el sótano. Dijo que los jarrones eran parte de la decoración en una entrada, muy grandes —haciendo conjunto con las escaleras gemelas— que no destacaban particularmente.
“Cuando era niño, sólo recuerdo que estaban ahí y eso es todo”, comentó Buttram. “Corríamos mucho por la casa. Tuvimos suerte de que nadie chocó contra ellos”.
Representantes de la casa de subastas Dallas Auction Gallery estaban evaluando los artículos que heredaron Buttram y su hermano en la casa de sus padres cuando se dieron cuenta que uno de los jarrones colocados en una cama tenía la distintiva marca azul de la Fábrica Imperial de Porcelana de Rusia utilizada durante el reino del zar Nicolás I y la fecha 1833 impresa en ella.
“Lo vimos y de inmediato dijimos ‘esto es increíble”’, relató Scott Shuford, presidente de la casa de subastas. “Creo que los ojos se nos salieron un poco”.
Cuando Buttram creció, comenzó a sospechar que las piezas valían algo, aunque nunca se imaginó cuánto. Sus abuelos, Frank y Merle Buttram, compraron los jarrones en 1928 en la galería Bernheimer de Múnich durante un viaje por Europa.
Cuando fallecieron, Dorsey Buttram, padre de Randy Buttram, los heredó. Pero cuando se mudaron a una casa más pequeña hace casi una década, los jarrones se guardaron. Tras la muerte de sus padres, Randy y su hermano comenzaron a ver qué valdría la pena subastar, incluyendo las dos piezas de porcelana rusa. AP