El príncipe Guillermo y su esposa, Catalina, celebran su segundo aniversario de boda con la popularidad por las nubes, a cuatro meses del nacimiento de su primer hijo, que será tercero en la línea de sucesión al trono británico.
Un 29 de abril de 2011, el hijo mayor de Carlos de Inglaterra y su novia Kate Middleton -su nombre de soltera- se daban un baño de multitudes en una majestuosa ceremonia oficiada en la abadía de Westminster en Londres, marcada por el patriotismo.
Esa boda fue, sin duda, el evento más esperado del año, por el que miles de personas, tanto británicos como extranjeros, se echaron a las calles de la capital para arropar a los futuros reyes del Reino Unido.
Desde entonces, la pareja ha sido vista en multitud de actos públicos luciendo sus mejores sonrisas, al tiempo que se convertían en carne de “paparazzi”, que han encontrado en la simpatía y el atractivo de Catalina, como hicieran en su día con la madre de Guillermo, la fallecida Diana de Gales, todo un filón mediático.
Y es que la duquesa de Cambridge es una de las mujeres más fotografiadas e imitadas del país y la prensa documenta al detalle cada uno de sus movimientos y atuendos, que no tardan en ser copiados por miles de jóvenes británicas.
De hecho, su traje de novia, un diseño de Sarah Burton, la directora creativa de la firma de Alexander McQueen, fue plagiado al instante por varias empresas chinas y puesto a la venta en portales de internet del país asiático a las pocas horas del enlace.
En estos dos años, los duques se han esforzado por dar una imagen de normalidad y, en principio, la pareja continuará cumpliendo con sus compromisos durante la fecha de su segundo aniversario.
En la agenda de Catalina figura una visita al centro infantil de enfermos terminales “Naomi House”, en el condado inglés de Hampshire, inaugurado en 1997 por su suegro, el príncipe Carlos, según confirmó Clarence House.
Se espera además que el príncipe Guillermo, cuya popularidad se ha ido alternando con la de su padre en las encuestas de opinión, también continúe con sus obligaciones con las Fuerzas Armadas como piloto de helicópteros de búsqueda y rescate en Gales.
Desde su boda en 2011, el joven matrimonio no ha logrado escapar a algún que otro escándalo mediático como la publicación de unas imágenes de la duquesa en “topless” mientras el matrimonio veraneaba en una mansión de la Provenza (Francia) de Lord Linley, sobrino de la reina de Inglaterra, Isabel II.
Los duques se enteraron de su existencia durante su viaje por el sureste asiático en representación de Isabel II, con motivo de su Jubileo de Diamantes (sus 60 años en el trono) y motivó que la casa real demandara a la justicia gala para prohibir su difusión por pertenecer al ámbito privado y ganara el caso.
Pero al margen de ocasionales desencuentros, la prensa ha llenado páginas con el anuncio el pasado 3 de diciembre de que la pareja espera su primer bebé.
El Palacio de Saint James se vio forzado a adelantar la noticia pues Catalina tuvo que ser ingresada en un hospital londinense al sufrir “hiperémesis gravídica”, un transtorno común en las embarazadas que causa náuseas y vómitos a partir de las cinco semanas de gestación.
Su estancia en el centro médico King Edward VII se vio ensombrecida por el suicidio de una enfermera víctima de una broma radiofónica, destinada a conocer el estado de salud de Catalina.
A cuatro meses del nacimiento del “Royal Baby” -como le llaman ya algunos medios-, el que será primer nieto del príncipe Carlos y el tercer bisnieto de Isabel II está llamado a ocupar en su día el trono de Inglaterra, sea hombre o mujer.
El pasado octubre, la arcaica discriminación entre hombres y mujeres, y que durante 300 años ha regido el destino de la monarquía británica, llegó a su fin tras el acuerdo para suprimir la prioridad del varón en la línea de sucesión a la Corona.
En una histórica decisión, los 16 países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) que tienen a la reina Isabel II como jefa de Estado acordaron modificar sus respectivas leyes para que los hijos e hijas de los futuros reyes tengan igualdad de derechos a la hora de heredar el trono. EFE