Así lo reseña la Revista Estampas
Lo que viene en adelante para Karina Velásquez son estrenos actorales. Además de su capítulo televisivo inédito, Los secretos de Lucía (Venevisión), adelanta La Precursora, un remake de la telenovela La Soberana, hecha en 2001 por RCTV.
Antes de estos retos, la actriz, surgida del modelaje, había participado en los filmes Puras Joyitas, Señor Presidente, Zamora y había protagonizado Wayúu, la niña de Maracaibo.
Ciertamente, ha sido en el cine su recorrido más extenso. De hecho, se le verá próximamente en los largometrajes El Autobús, de Domingo Olavarría; Todo por la taquilla, de Héctor Puche; Hasta que la muerte nos separe, donde Abraham Pulido la dirigió en el rol de boxeadora, y en AND 2010, de Zigmunt Cedinsky, en proceso de rodaje, donde tiene el papel principal.
La intérprete también tiene una historia en teatro. Primero se involucró con personajes infantiles; luego, según confiesa, sus peticiones hechas al universo fueron atendidas y trasladó su histrionismo a piezas de mayor edad: Sexo y Stop Kiss. En esta última le dio vida a una mujer homosexual.
Karina Velásquez, que no deja de reír, a veces de sí misma, convierte esta cita en un relax periodístico. Nacida en Caracas, pero de madre zuliana, acepta que es una persona a quien le gusta hablar, ofrecer detalles y largas explicaciones, aunque cuando se le pregunta por su relación con el alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez, se muestra más reservada.
Aun así, es lo que algunos llaman buena conversadora. “Sí, parezco un ‘rayo loco'”, vuelve a aparecer su risa generosa. “He aprendido a hablar bastante. Sabes que ahora sufro de un síndrome, no sé cuál, tengo que hablarlo con mi terapeuta”.
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