Los cambios que está viviendo el mercado energético por la puesta en práctica de nuevas tecnologías para la producción de petróleo y gas, están haciendo realidad el deseo de muchos países de tener la llamada independencia energética. Es relevante el caso de los Estados Unidos, donde el crecimiento en de la producción de petróleo está en niveles records.
En Febrero del 2009 su producción fue 5.5 millones de barriles diarios, para Febrero 2013 alcanza los 7.2 millones de barriles diarios y las previsiones indican que continuará con ese ritmo de crecimiento el cual, sumado a una mayor eficiencia en el consumo, convertiría a los EEUU en el mayor productor de petróleo del mundo para 2017, alcanzando la completa autosuficiencia energética en 2030.
Bajo esta realidad, el mercado petrolero y por ende el mercado energético se está transformando. Ya se hacen estimaciones sobre los escenarios que en el corto plazo tendría el precio del petróleo. Las estimaciones iniciales tanto de la AIE como de la OPEP calculaban un precio del Brent en el orden de los 115 dólares por barril para 2013, ahora se reducen en el rango de los 105 dólares por barril. Para Venezuela, donde los recursos provenientes de PDVSA son insuficientes debido a una estrategia particular desarrollada por el régimen, serán dramáticas las consecuencias incluso en el caso de que la realidad sea mucho menos grave que el pronóstico.
Un artículo publicado esta semana en The New York Times, titulado “El Lado Oscuro de la Independencia Energética”, nos sirve para indicar un primer escenario de precios, basándonos en lo que allí se cita a Francisco Blanch, el jefe del Departamento de Investigación Commodities del Bank of America-Merril Lynch. Blanch ve al precio del crudo cayendo a 50 dólares por barril dentro de los dos próximos años, lo cual sería un impacto desquiciante en la geopolítica mundial. Imagínense los efectos en los países árabes, acostumbrados a enormes ingresos petroleros.
Arabia Saudita en especial se vería fuertemente afectada, con efecto de inestabilidad política sobre todo el Medio Oriente. En mismo caso se encontraría Rusia: el artículo de NYT señala que las reservas del fondo petrolero ruso se consumirían rápidamente con un precio de 60 dólares por barril. Finalmente este escenario de precios impactaría la rentabilidad económica de la producción de petróleo y gas basada en las nuevas tecnologías como el fraccionamiento hidráulico tanto en los EEUU como otros países que la vienen usando.
Aunque el NYT no hace referencia explícita de Venezuela, productor que ahora es de baja importancia en el mercado petrolero, es obvio que este escenario de precios sería catastrófico para ese país. Una caída importante de los ingresos en la actual situación de debilidad política, sin respuestas posibles a la problemática económica, produciría un clima social explosivo. Y, como ya es conocido, no habría solución vía aumentar la producción para aumentar los ingresos, ya que PDVSA cada día está más deteriorada en su capacidad productiva. Hasta el futuro estará comprometido, pues todos los proyectos para el desarrollo de la faja del Orinoco serían diferidos.
Un escenario alterno de precios elaborado por Deutsche Bank, considerando factores económicos como la paridad de la moneda y la situación económica mundial, estima que los precios caerían un 16% con respecto al final del 2012, significando un precio del Brent de 93 dólares por barril al final de este año, inclusive por debajo del estimado revisado por la AIE y la OPEP. El análisis de DB también determina que el precio de equilibrio para Arabia Saudita sería de 80 dólares por barril, con lo cual ese país podría mantener su nivel de gasto publico
El análisis DB determina que la OPEP estaría en un nivel de alarma si la cesta OPEP llega o baja de los 100 dólares por barril, en donde la posibilidad de recortes para defender el precio por parte del cartel, podría no ser una estrategia efectiva. Ya que una contraparte nueva en el mercado de suministro, de la oferta se debe al aceleramiento de la producción de los EEUU y de las arenas bituminosas del Canadá (competencia directo de los crudos pesados venezolanos), con lo cual se podría contrarrestar la respuesta de recortes de la OPEP y a su vez minimizar la volatilidad del precio del crudo.
Para el caso venezolano, este escenario moderado que presenta el gran banco alemán también apunta hacia una disminución severa de los ingresos por petróleo. No sólo habrá una caída en el nivel de vida de la población sino que deberán repensarse los proyectos relacionados con la expansión de PDVSA. Menor precio implica menor rentabilidad, lo cual desanima a los socios, y en cuanto a la propia PDVSA, será menor su disponibilidad de caja y su posibilidad de obtener financiamientos.
En conclusión, al considerar factores positivos y negativos como la presencia de nuevas tecnologías, la decisión de muchos países de buscar la autosuficiencia energética, la situación económica mundial, el aumento de la demanda por parte de China y la India, los escenarios que se muestran al menos en el corto plazo son de una disminución del precio del barril. A Venezuela no se le presenta una salida practicable, sobre todo si continúa con su estrategia de utilizar el petróleo para extender el proyecto político de Fidel Castro abrazado por Hugo Chávez, de utilizar el petróleo para la política en vez de desarrollar una política para el petróleo.
@JFernandeznupa