Bueno, Bocasucia, el Ilegítimo no te llamó anoche a La Hojilla como lo hacia el Difunto. Fue una mala señal. En la tarde-noche se reunió con Diosdado y el Yerno (alias el Sapo), con Jaua de testigo y José Vicente al teléfono, para redactar tu acta de defunción como sicario mediático. No te equivocastes, estás “metido en un mar de mierda, compadre”.
Siendo justo, y a riesgo de sufrir la condena de mis lectores, sonó casi convincente la llorantina de tu carta pública, casi te creo, diciendo que nada tenías que ver con el “bodrio” del audio ese presentado por Ismael. Digamos también que parece cierto el cuento de que hay unos “aparaticos” con los cuales cualquier escuálido puede hacer un montaje casero, y el del vuelo ese del Mossad que se chupó nueve años de La Hojilla para hacer un montaje “casi perfecto” en complicidad con la CIA.
El caso es, Bocasucia, que no era a mí a quien necesitabas convencer de que esa no es tu voz ni que todo el pajón espetado fue un montaje del Imperio para acabar con tu gloriosa historia de ofensas y esperpentos comunicacionales. Es a Diosdado a quien debes convencer, y eso no parece posible. Mucho menos al zafio de José Vicente. Me pongo a pensar en tu futuro y no quisiera estar en tu pellejo.
El programa de anoche fue una honra fúnebre muy peculiar. Te bajastes los pantalones con eso de ponerte “a derecho”, quién ha visto malandro entregándose. Te confieso que me dio sentimiento cuando anunciaste que ibas a “salir del aire por un tiempo” porque estabas “enfermo” y le preguntastes a tus efebos cuál era tu padecimiento. Tu funeral mediático le dio la razón a mi amigo @manoloreveron en su lapidario tweet: “Los carroñeros perdieron su pastor”.
Con todo, no he dejado de pensar si Luisa Ortega investigará algún día cuáles fueron los “dos” desafortunados a los cuales le distes “pum pam”. A lo mejor pide tu extradición desde el mar de la felicidad.