Hernán Castillo: El espía, el informante y el sapo

Hernán Castillo: El espía, el informante y el sapo

Por lo tenebroso del funcionamiento de las agencias de espionaje y la inteligencia militar, y lo inescrutable de los secretos del Estado, su estudio académico presenta un especial atractivo. La historia, la política y especialmente la literatura están llenas de casos y situaciones extremadamente complejas e interesantes de estudios de ese tipo. Ahora bien, con la prisión del general Antonio Rivero y la difusión de una conversación telefónica grabada, entre Mario Silva y el agente cubano Aramis Palacios, el tema de la actividad cubana en Venezuela ha tomado peligrosas proporciones. Según informaciones extraoficiales ya pasan de 200 mil los funcionarios cubanos que han ingresado al país; prácticamente se han constituido en un cuerpo de ocupación. La experiencia cubana en África y América Latina, en ese sentido es amplia.

Entre las más importantes agencias de espionaje del mundo está la CIA estadounidense, o “La Compañía”; la KGB rusa, conocida como “El Centro”, ahora transformada en el FSB para actividades de contraespionaje y seguridad interna y el SVR para espionaje internacional. El Servicio Secreto de Inteligencia SIS Británico, el MI6 o “La Firma”; y el MOSSAD israelita, conocido como “El Instituto”. En América Latina el SIN, ahora el ABIN brasileño; y el G2 cubano, quien durante la Guerra Fría bajo el control soviético logró un cierto prestigio por la eficiencia de sus infiltraciones en la exportación de la revolución cubana para el Tercer Mundo. Incluso, hay quienes sostienen que la inscripción de Hugo Chávez en la Academia Militar de Venezuela tuvo relación con esa estrategia. El DIM, ahora SEBIN venezolano, sin prestigio, por la ausencia de profesionalismo, entre otras cosas, no ha pasado más allá de ser básicamente un cuerpo policial de represión y persecución política interna.

La connotación moderna de “informante” tiene uno de sus más remotos orígenes en la red de espías del rey Enrique VIII de Inglaterra con Thomas Cromwell. La condición profesional de espía requiere de acceso a secretos de Estado e información clasificada, que su divulgación, etc. pueda poner en peligro la seguridad y defensa de la nación; eso es traición a la Patria.





En el debate político venezolano la acusación de apátridas ha llegado a convertirse en una forma de descalificación ligera, fácil e irresponsable de la argumentación de quienes no estamos de acuerdo con este gobierno. En Venezuela quien no apoya o disiente del gobierno se le tiende a acusar de traidor a la Patria.

Mario Silva ha sido acusado por sus propios camaradas de traidor a la Patria, pero lo que realmente refleja esa conversación con el agente del G2, es la pobre condición humana de un miserable sapo chismoso, eventualmente asociado con actividades en los bajos fondos de la sociedad, y no la de un verdadero comunista revolucionario venezolano. Venezuela es un país pequeño y débil, sin secretos, en el que todo el mundo sabe todo.
@CastilloHernan

Prof. Hernán Castillo, Ph.D.
Universidad Simón Bolívar USB
Caracas-Venezuela