Las lecciones económicas de Nicolás van siendo de antología, parecidas al famoso “merengue sin letra”: “no dice nada, no dice nada”. Ha afirmado que viene “el fortalecimiento de la moneda y la economía” cuando todos vemos (y sentimos) su derrumbe. Voluntarismo comunista puro y duro. Así se lo enseñó el Gigante que a diferencia contaba con una gorda petrochequera para imponer su voluntad u ocultar la realidad con ficciones económicas subsidiadas al más rancio estilo comunista derrumbado con todo y Muro en 1989. Maduro vive en otro mundo. El de la crisis legada por el Difunto porque ya no hay los cobres suficientes para vivir de fantasías económicas. Aunque él pareciera no estar enterado de la gravedad de lo que se vive por lo cual se permite afirmaciones tan descabelladas como risibles.
La afirmación la lanzó en una felicitación a su ministro de Finanzas, el lengua mocha de Nelson Merentes, a quien atribuye el falso mérito de estar “echando pa’lante la economía venezolana”. Una ficción que no existe ni en la mente del nerviosillo funcionario, encargado de buscar financiamiento en la arcas de bancos europeos para reponer el acelerado deterioro de las reservas operativas internacionales que frisan por los 2.000 millones de dólares.
En la supina opinión de Maduro cualquier versión sobre la crisis económica que impregna toda la nación “es un plan de la derecha, la burguesía amarilla, con su perversidad, odio, maldad diaria y guerra psicológica”, dirigido, por supuesto, a interrumpir el dulce sueño de la prosperidad revolucionaria tan abundante en fantasías como las pintadas con frecuencia por la imaginación madurista para pretender ocultar, sin éxito, la tragedia de mayo con 6,1% de inflación y 23% de escasez. Tan pobre que el país no entiende qué es peor: si la crisis económica o los estúpidos anuncios Nicolás.