Desde su nombramiento como Sumo Pontífice, el Papa Francisco sorprendió a todos con su poco afecto al protocolo y a los lujos, propios del Vaticano. Sencillo y con bajo perfil, sus homilías están caracterizados por el estilo descontracturado que caracterizaba las misas de Jorge Bergoglio en Argentina.
Por ello, a continuación, te presentamos las 25 frases del Papa argentino que han sorprendido al mundo entero:
La Iglesia no es una ONG piadosa: “Podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, nos convertiremos en una ONG humanitaria, pero no en Iglesia, Esposa del Señor. La Iglesia no es una organización nacida de un acuerdo entre personas, sino la obra de Dios”
Una Iglesia pobre para los pobres: “San Francisco de Asís es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre… Ah, ¡cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres! La pobreza se aprende con los humildes, los enfermos y con todos aquellos que están en las periferias existenciales de la vida. La pobreza teórica no nos sirve. La pobreza se aprende tocando la carne de Cristo pobre en los humildes, los pobres, los enfermos y los niños”.
El que no reza al Señor, reza al diablo: “Cuando no confesamos a Jesucristo me viene a la mente la frase de Léon Bloy: ‘El que no reza al Señor, reza al diablo’. Cuando no confesamos a Jesucristo, confesamos la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio”.
Que la Iglesia salga de las sacristías y los cristianos se vuelvan unos a otros: “Seguir, acompañar a Cristo, permanecer con Él exige salir. Salir de sí, de la tentación de encerrarse en los propios esquemas que acaban por cerrar el horizonte de la acción creativa de Dios. (…) Debemos movernos hacia nuestros hermanos y hermanas, y sobre todo hacia los que están más lejos, los que son olvidados, los que necesitan comprensión, consuelo, ayuda”
Dios nunca se cansa de perdonar: “El Señor no se cansa nunca de perdonar: ¡nunca! Somos nosotros quienes nos cansamos de pedirle perdón. Y pedimos la gracia de no cansarnos de pedir perdón, porque Él no se cansa nunca de perdonar”.
Por un Papa de servicio, no de poder: “No olvidemos que el verdadero poder es el servicio y que el Papa para ejercer el poder también debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su cumbre luminosa en la Cruz”
Pastores con olor a oveja: “Hay curas tristes, y convertidos en coleccionistas de antigüedades o de novedades, en lugar de ser pastores con olor a oveja, en lugar de ser pastores en medio de su rebaño y pescadores de hombre; eso les pido: sean pastores con olor a oveja”
No se puede anunciar a Jesús con cara de funeral: “No sean nunca hombres y mujeres tristes: ¡un cristiano no puede estarlo nunca! ¡No se dejen ganar nunca por el desaliento! Quiero católicos felices. No se puede anunciar a Jesús con cara de funeral”
Una Iglesia que cuide la Creación: “Somos guardianes de la Creación, del designio de Dios inscripto en la naturaleza, guardianes del otro, del medioambiente. ¡La persona humana está en peligro: he aquí la urgencia de la ecología humana!”
Desperdiciar alimentos es robar: “En muchas partes del mundo, no obstante el hambre y la desnutrición, se desechan los alimentos. Cuando la comida se comparte de modo justo, nadie carece de lo necesario. Los alimentos que se tiran a la basura son alimentos que se roban de la mesa del pobre, del que tiene hambre”
Contra la cultura del descarte: “El egoísmo y la cultura del descarte han conducido a desechar a las personas más débiles y necesitadas”
Contra la cultura del bienestar: “No, no, no más de un hijo, porque no podemos tomar vacaciones, no podemos ir a tal sitio, no podemos comprar la casa’. Es bueno seguir al Señor, pero hasta cierto punto. Esto es lo que hace el bienestar: nos lleva hacia abajo, nos quita el coraje, aquel coraje fuerte para caminar cerca de Jesús”.
Contra la tiranía de los mercados y el culto al dinero: “El antiguo culto al becerro de oro ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía, que no tiene rostro. Hoy no manda el hombre sino el dinero. ¡El dinero debe servir y no gobernar!”
Respeto a los no creyentes: “Considerando que muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica, y otros no son creyentes, les doy de todo corazón esta bendición, en silencio, a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que todos son hijos de Dios. Que Dios los bendiga”. (A los periodistas acreditados en El Vaticano)
Los ateos también son salvos: “El Señor nos ha salvado a todos con su sangre, no solamente los católicos. ‘Pero Padre, ¿y los ateos?’ También ellos. ¡Todos! Esa sangre nos hace hijos de Dios de primera categoría. ‘Pero yo no creo, padre, ¡soy ateo!’ ¡Pero haces el bien y allí nos encontramos! Todos tenemos el deber de hacer el bien”.
La Iglesia no es una aduana: “Piensen en una joven madre, que va a la Iglesia: ‘quiero bautizar a mi niño’. Y le dicen: ‘No, no puedes porque no estás casada’. Esta joven, que tuvo el coraje de llevar adelante su embarazo y no devolvió su hijo al remitente, ¿qué encuentra? ¡Una puerta cerrada! ¡Esto aleja del Señor! Jesús se indigna cuando ve estas cosas. A menudo nos comportamos como controladores de fe y no como facilitadores. La Iglesia no es una aduana. Pidamos al Señor que todos aquellos que se acerquen a la Iglesia encuentren las puertas abiertas”.
Una Iglesia libre de ideologías: “Los ideólogos falsifican el Evangelio. Cualquier interpretación ideológica, venga de una parte o de otra, es una falsificación del Evangelio. Estos ideólogos -y lo hemos visto en la historia de la Iglesia- acaban por convertirse en intelectuales sin talento, éticos sin bondad. Y de belleza, ni hablemos, ya que no entienden nada”.
Jesús, única puerta: “Jesús es la única puerta para entrar en el Reino de Dios; todos los otros senderos son engañosos, no son verdaderos, son falsos. […] La identidad cristiana es una pertenencia a la Iglesia… porque no es posible encontrar a Jesús fuera de la Iglesia”.
Que las monjas no sean “solteronas”: “La castidad es un carisma que amplía la libertad de la entrega a Dios y a los demás con la ternura, la misericordia y la cercanía de Cristo (…). Pero, por favor, una castidad fecunda, una castidad que genera hijos espirituales en la Iglesia. La consagrada es madre, tiene que ser madre y no solterona. Perdónenme si hablo así, pero es importante esta maternidad de la vida consagrada, esta fecundidad”.
La oración no es aburrida, la eternidad tampoco: “La oración que nos aburre está dentro de nosotros mismos como un pensamiento que va y viene; la oración en nombre de Jesús nos hace salir de nosotros mismos. […] La eternidad será esto: alabar a Dios. Pero no será aburrido, será bellísimo”.
La confesión no es una sesión de tortura ni una lavandería: “Jesús, en el confesionario, no es un producto de limpieza en seco. La posibilidad de avergonzarse es una verdadera virtud cristiana, e incluso humana. Bendita vergüenza (…). Así es como llegamos a ser conscientes del mal realizado (…) ¿Y si mañana hago lo mismo? Ir de nuevo…. Él siempre nos espera. El confesionario no es una sesión de tortura, sino el lugar donde Dios nos invita a experimentar Su ternura”.
Dios no es un aerosol: “Dios es una persona concreta, no un Dios difuso, un Dios spray, que está un poco por doquier, pero no se sabe qué es”.
La Iglesia no es una niñera: “Si anunciamos el cambio la Iglesia se convierte en una Iglesia madre que genera hijos, para que nosotros, hijos de la Iglesia, llevemos (el Espíritu Santo). Pero cuando no lo hacemos, la Iglesia se convierte no en madre, sino en Iglesia baby-sitter, que cuida al niño para hacerlo dormir. Es una Iglesia adormecida”.
Pecadores sí, corruptos no: “El problema no es ser pecadores, sino no arrepentirse del pecado, no tener vergüenza de lo que hemos hecho. Pese a que Pedro era pecador, Jesús mantuvo su promesa de edificar sobre él su Iglesia. Pedro era pecador, pero no corrupto. Pecadores, sí, todos: corruptos, no”.
Que los cristianos trabajen en política: “Los cristianos no podemos lavarnos las manos, debemos meternos en política porque la política es una de las formas más altas de la caridad ya que busca el bien común. Los cristianos deben trabajar en política. La política es sucia, se dice. Pero ¿por qué? ¿Será porque los cristianos no se han metido en política con espíritu evangélico?”, publica El Intransigente.