Hay que dejar bien claro que la academia no puede ser avasallada ni sometida por este gobierno. La comunidad universitaria no puede estar sumisa a lo que diga el régimen en detrimento de sus condiciones socio económicas.
Es injusto que los profesores de educación superior devenguen un sueldo mínimo y tengan que hacer silencio, cuando vemos a ministros que perciben un sueldo de 35 millones de bolívares mensuales o a la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia quien gana 50 millones de bolívares mensuales o a Rafael Ramírez, el más rico de los dirigentes del PSUV en Venezuela, ganando 100 millones de bolívares al mes con todas las prebendas que le genera PDVSA”.
No puede ser posible que quien esté dando clase sea un enemigo de Venezuela, mientras hay bandidos dentro de la UCV, tratando de sembrar el terror entre profesores, empleados y alumnos y esos si son tratados como héroes.
La protesta que llevan a cabo los universitarios está enmarcada y amparada en la declaración universal de los Derechos Humanos y en la Ley del trabajo. El derecho a la protesta es irrenunciable, por lo que no podemos permitir que se les quite de un solo plumazo como está tratando de hacer el TSJ, organismo que entre gallos de medianoche trata de lanzarles un sable a los profesores para que se asusten y dejen la lucha.
Apoyamos la lucha de estos hombres y mujeres, porque ellos al igual que el resto de los venezolanos sienten los embates de la inflación, inseguridad y el alto costo de la vida”.
En este mismo sentido vaya nuestro reconocimiento a los estudiantes que están en varias ciudades del país haciendo huelga de hambre, quiero que sepan estamos con ellos, que la transformación universitaria pasa porque no se rindan y se mantengan al pie del cañón.
Ya le decía un célebre poeta al gobierno que “los libros no muerden” y que si las misiones Sucre, Ribas y Robinson, la Unefa y la Universidad Bolivariana, tienen derecho a existir, las demás universidades también. Porque la ignorancia no debe pisotear los valores de la academia.
Es vital que la sociedad organizada, ONG’s, partidos políticos y defensores de Derechos Humanos se pongan al frente en esta lucha y acompañen al movimiento estudiantil y profesoral a dar esta digna batalla por su salarios, la libre academia y la pluralidad del pensamiento.