La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, reiteró hoy su propósito de dar “respuestas rápidas y concretas” a las protestas que sacuden al país desde hace tres semanas, que han erosionado el apoyo de los electores a su gestión, EFE.
El Gobierno “trabaja para dar respuestas y soluciones rápidas y concretas para los problemas de la economía, el transporte, la salud, la educación y también la política”, dijo la jefa de Estado en su programa semanal de radio.
“Hay que mejorar muchas cosas en el país, pero debemos mejorarlas juntos, sumando esfuerzos, sin dispersión”, porque “las personas que salen a la calle dicen que estamos todos juntos, queriendo un mejor Brasil, y que lo queremos más rápido”, apuntó la mandataria.
Según una encuesta divulgada este sábado, el apoyo al Gobierno de Rousseff cayó del 57 por ciento que ostentaba el pasado 8 de junio, antes de que comenzara la ola de protestas, a un 30 por ciento, y su posible reelección el año próximo ha comenzado a estar en duda.
En su programa de radio, Rousseff reiteró una serie de propuestas que planteó al país la semana pasada, presionada por lo que ella ha calificado como “voz de las calles”.
Reiteró que su Gobierno acelerará la ejecución de proyectos de movilidad urbana ya aprobados pero atrasados, que insistirá en la contratación de médicos extranjeros para mejorar la atención en la red de salud pública y que se reforzará el combate a la corrupción.
También indicó que “en los próximos días” enviará al Congreso una solicitud para que sea convocado un plebiscito, mediante el cual se consultará a la sociedad sobre el contenido de una reforma política que las manifestaciones exigen y que está paralizada desde hace unos quince años en las cámaras.
“Queremos que los ciudadanos opinen, por ejemplo, sobre lo que quieren cambiar para elegir a sus representantes, o lo que quieren cambiar sobre la financiación de las campañas”, explicó.
Las protestas, que hace diez días llegaron a movilizar a cerca de 1,2 millones de personas de un centenar de ciudades en una única jornada, han perdido fuerza, aunque aún persisten algunos focos.
Este domingo, unas 8.000 personas participaron en dos protestas distintas convocadas en Río de Janeiro, en el marco de la final de la Copa Confederaciones de fútbol, en la que Brasil venció por 3-0 a España.
Los organizadores, que protestaban contra el gasto público en el torneo de la FIFA, esperaban unas 20.000 personas, lo que llevó a la policía a desplegar una operación de seguridad sin precedentes en la ciudad.
La primera protesta fue pacífica, pero en la segunda irrumpieron unos pocos grupos violentos, que se enfrentaron a la policía en las afueras del estadio Maracaná.