Venezuela le ha lanzado un salvavidas a Edward Snowden cuando todo el mundo parece darle la espalda por las presiones que ejerce Washington. Las posibilidades del excontratista de la NSA, que está varado en el aeropuerto de Moscú a la espera de viajar a algún país que le proteja, se habían reducido con la negativa del presidente de Rusia, Vladimir Putin, para concederle asilo si continúa revelando información que perjudique a Estados Unidos. También con la crítica que el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, hizo del modo en el que le fue otorgado un salvoconducto por el cónsul de ese país en Londres para abandonar Hong Kong. Pero el Gobierno de Nicolás Maduro está haciendo cada vez más méritos para ser considerado por encima de los otros países a los que Snowden ha acudido para solucionar su drama, publica El País de España.
Alfredo Meza Caracas /El País de España
En la noche de Moscú, Maduro completó el panegírico del caso del excontratista que ya había iniciado en la tarde, a la salida de una reunión en la Cámara de Diputados. En un acto organizado en el teatro Nueva Ópera en memoria de Hugo Chávez, y apelando a una expresión del fallecido líder, el presidente venezolano inició su disertación. “¿Qué has hecho tú por él?”, le repreguntó a una periodista de Hong Kong que pedía una respuesta al rumor surgido el fin de semana sobre la posibilidad de que Snowden lo acompañara en su regreso a Caracas. “No lo conozco ni sé sus intenciones definitivas. Lo que sí sé es que el suyo fue un gesto de rebeldía de la juventud estadounidense contra quienes quieren controlar, desde aquellas élites, al mundo entero”.
Calificó como “un gesto de alerta a la humanidad” la filtración de documentos a los diarios The Guardian y The Washington Post. “Ahora lo persiguen y uno tiene derecho a preguntarse por qué. ¿Cuántos misiles les ha lanzado a los pueblos inocentes del mundo? ¿Será que Snowden puso bombas que mataron? ¿Qué crímenes ha cometido? Es una persecución mundial contra un joven que ha revelado terribles verdades para quienes pretendemos ser libres y estamos decididos a hacerlo”.
Fue una defensa apasionada que provocó aplausos entre los asistentes al acto. Por la tarde Maduro había sido más comedido. Venezuela parece estar subiendo la apuesta para albergar a un hombre que se considera a sí mismo como un paria. El presidente dijo más temprano que Estados Unidos “espía amigos y no amigos” y que “su élite imperialista” había creado “un sistema perverso, medio orweliano” para intentar controlarlo todo. Snowden, dijo, está siendo perseguido sin razón y merece la protección del derecho humanitario internacional.
El jefe del Estado, que también asistió a la inauguración de una calle con el nombre del fallecido líder bolivariano, descartó que embarque a Snowden como pasajero. Dijo, en cambio, que volvería a Caracas con muchos acuerdos e inversiones en petróleo y gas de su visita. Desde hace varias semanas, el nuevo Gobierno está viajando por el mundo en busca de la legitimidad que no consiguieron con el controvertido resultado de las elecciones del 14 de abril.
En esas gestiones Caracas tocó incluso la puerta de Washington. A principios de junio, el canciller Elías Jaua se reunió con el secretario de Estado John Kerry en Antigua y acordaron avanzar en una agenda económica que conviniera a los dos países. Todo parecía marchar con un conveniente bajo perfil hasta el estallido del escándalo por el espionaje. Las intervenciones de Maduro en Rusia se han inscrito en las contradicciones que señalan algunos analistas venezolanos. Cierto pragmatismo a la hora de buscar negocios y cerrar acuerdos para rescatar de la parálisis a la economía nacional que convive con el ideario de Hugo Chávez, que no dudaba en anteponer la política a los negocios. El nuevo Gobierno le había bajado tanto el perfil a su retórica antiestadounidense que un editorial del Washington Post comentó el pasado lunes que Rafael Correa hacía méritos por suceder a Chávez como el “principal demagogo estadounidense” en la región. Al menos este martes Maduro hizo esfuerzos por recuperar el sitio de honor de Venezuela como principal crítico de Estados Unidos.