La Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV) a finales de noviembre del año pasado, exactamente el 28, anunció la realización de un referéndum que tenía como objetivo la consulta a los profesores sobre la convocatoria a un Paro indefinido. En aquella oportunidad estuve en desacuerdo con declarar a las universidades en Paro; ya que recientemente, el 14 de octubre, habíamos tenido elecciones presidenciales y para el 16 de diciembre se anunciaban elecciones de gobernadores de estados. En ese contexto de movilizaciones electorales nacionales y regionales, la realización de un Paro indefinido era una aventura destinada a un fracaso seguro. Luego muere el ex-presidente Chávez el 5 de marzo y el 14 de abril tuvimos nuevas elecciones presidenciales con unos resultados cuestionados, en donde el CNE puso a Nicolás Maduro como Presidente de la República, desconociendo la solicitud del candidato de la Alternativa Democrática, Henrique Capriles, de auditar los cuadernos de votaciones por la incidencia de más de 3000 irregularidades a todo lo largo del proceso electoral. Es así como en los últimos tiempos la naturaleza de la movilización del país ha venido gradualmente cambiando; de una inicial confrontación electoral se ha pasado a una lucha política y social, en donde las principales universidades de Venezuela ahora se encuentran en Paro. A partir del 30 de mayo, con la incorporación de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Simón Bolívar (USB), las 18 universidades autónomas nacionales agrupadas en FAPUV paralizaron sus actividades de docencia y evaluación, no así la investigación y extensión.
Ahora bien, luego de dos meses y medio de Paro, el Gobierno acuerda con unas agrupaciones patronales fantasmas una serie de cambios en la condición de los profesores pero también anuncia su disposición a reunirse con FAPUV y los Rectores. No podemos predecir los desenlaces de esas reuniones; tenemos que esperar por sus resultados. Pero mientras no se superen las razones que dieron origen a la crisis, el Paro no se debe suspender. Y a pesar de la cercanía de las vacaciones, la movilización hay que mantenerla. Lo único que respeta este Gobierno y le infunde pánico es a la “guarimba”, como han dado en llamar despectivamente a la protesta social y política de los venezolanos descontentos.
En conclusión, lo que una vez más está en juego es la Autonomía Universitaria, un presupuesto acorde con las necesidades de las universidades, el reconocimiento de FAPUV como legítimo representante de los profesores, la aplicación de las Normas de Homologación; y las providencias estudiantiles.
Finalmente, hay que estar claro; un régimen de vocación tiránica como el “socialismo militar bolivariano del siglo XXI” no va a abandonar fácilmente el empeño en tratar de someter la tenaz lucha de resistencia, durante casi 15 años, de la Universidad venezolana. La lucha sigue.
@CastilloHernan