Una recaída de Tito Vilanova era lo que nadie en el FC Barcelona quería oir. Pero, desgraciadamente, desde el propio Tito hasta Sandro Rosell, pasando por directivos y miembros del cuerpo técnico, todos sabían que esa era una opción que no podía descartarse. Incluso sin haber ningún indicio de que ello fuese a pasar, el Barça sabía que tenía que estar preparado por si un día había que actuar con celeridad.
Ese día llegó esta semana, cuando los exámenes que periódicamente se le hacen al técnico revelaron que lo mejor para él era dejar el banquillo del FC Barcelona para poder seguir en mejores condiciones el tratamiento médico. Y una vez asimilada la noticia, lo único que tuvo que hacer Sandro Rosell es activar el Plan B, ese plan que estaba guardado en un cajón que esperaban no tener que abrir nunca. Pero no ha habido más remedio que abrir el cajón…
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