Una ola de atentados con bomba causó 65 muertos y más de 190 heridos el sábado por la noche en Bagdad y sus alrededores, el mayor ataque sangriento coordinado que se lleva a cabo este mes, comunicaron fuentes de seguridad y médicas, informa AFP.
Doce coches bomba y un objeto explosivo fueron activados en diferentes barrios capitalinos, por lo general de mayoría chiita, mientras otro objeto fue activado en Madain, a unos 20 km al sur de Bagdad.
Los atentados ocurrieron casi simultáneamente en momentos en que los residentes de Bagdad se dirigían a los cafés después del iftar, la comida que rompe el ayuno diario durante el mes sagrado del ramadán.
En el barrio de Karrada, dos automóviles estallaron al mismo tiempo provocando la muerte de 12 personas, en pleno Bagdad, mientras que otras explosiones sacudieron a Zafraniyah, también en la zona urbana de la capital.
Un artefacto instalado junto a una carretera estalló ante el paso de una patrulla policial y provocó la muerte de un agente en Mosul, al tiempo que un coche bomba que explotó en un carrio chiita causó la muerte de una mujer e hirió a siete agentes de policía.
Estos ataques elevan más 500 el número de muertos desde principios de julio en Irak, según un balance de la AFP.
Estos atentados se producen un día después de que un kamikaze mató a 20 personas en una mezquita sunita cerca de la ciudad de Bakuba, al norte de Bagdad, en un momento en que el país intenta contener su mayor período de violencia desde 2008.
Irak vive desde el comienzo de 2013 un incremento de la violencia que hace temer una vuelta a los años sombríos del conflicto interconfesional de 2006-2007.
Más de 2.700 personas ya fueron asesinadas en Irak desde el inicio de 2013.
El creciente descontento de la minoría sunita con el gobierno, de mayoría chiita, las tensiones asociadas a la guerra en Siria y la parálisis del engranaje político favorecieron un aumento del número de atentados.
En mayo, el primer Ministro, Nuri al Maliki, ordenó una reestructuración entre los principales dirigentes del área de seguridad, pero la medida no tuvo ningún efecto práctico en términos de reducción de los atentados.
En medio a la oleada de violencia, el gobierno también parece sufrir un colapso de sus funciones básicas. Los iraquíes enfrentan diariamente la falta de servicios elementales, incluyendo electricidad y agua potable, aunque se multiplican las denuncias de corrupción generalizada.