Algo grave, quizás terrible, se está preparando en nuestras narices, por lo que los países del área, especialmente Colombia y Venezuela debemos estar en alerta máxima. Las amenazas se multiplican y los peligros acechan. El narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de armas y la ideologización de esas actividades en nombre de esquemas “revolucionarios”, se convierten en factores a los que todo el mundo libre y democrático debe prestar atención. No somos alarmistas. Nunca lo hemos sido. Nuestra intención es de alertar y prepararnos para cualquier cosa que pueda alterar la estabilidad de nuestras naciones. En situaciones como ésta, debemos ubicarnos en los peores escenarios. Si no se dan o no llegan a desarrollarse, daremos gracias a Dios. Pero en caso contrario, que no nos sorprendan los acontecimientos. Debemos estar preparados para actuar y superar cualquier eventualidad.
Asombra ver como el tema del tráfico ilegal de drogas o el comercio ilícito de armas, se desarrollan en medio de una espantosa impunidad. Los pueblos, especialmente los más jóvenes, están pagando las consecuencias de esa actitud cómplice de muchas autoridades con las mafias que se consolidan. Es hora de reaccionar conjuntamente. Ningún país, por sí solo está en capacidad de triunfar. Una gran alianza operativa es indispensable. Debe basarse en una misma comprensión tanto del problema como de lo que debe hacerse para enfrentarlo de manera radical y definitiva. No hay tiempo que perder. Atención a los movimientos gubernamentales de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y algunas otras realidades como la que atraviesa Colombia más allá de lo circunstancial.
oalvarezpaz@gmail.com Sábado, 20 de julio de 2013