La carga que Panamá ha confiscado del buque norcoreano ‘Chong Chon Gang’ podría quedarse en el país ‘unos meses más’, mientras el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas delibera si el navío violó el embargo 1718 sobre importación de armas bélicas a Corea del Norte, publica el portal panameño laestrella.com.pa.
El próximo 5 de agosto, un equipo de ocho técnicos del Consejo de Seguridad arribará a Panamá para analizar el material de guerra que el Departamento de Criminalística del Ministerio Público extrae de la nave, atracada en el puerto colonense de Manzanillo.
Aunque conocedores del proceder de comisiones de la ONU explican que la inspección no tardará más que ‘un par de días’, el proceso diplomático en el seno del Consejo de Seguridad ‘tomará su tiempo’ por los choques que se vislumbran entre sus tres principales fuerzas: China, Estados Unidos y Rusia.
La China, por el escudo protector que ha puesto sobre Corea del Norte —aunque signó la resolución que le prohíbe importar armas— y la estadounidense, por su posición contra las prácticas norcoreanas.
El camino diplomático
Mientras dure tal medición de fuerzas, el Gobierno panameño deberá atesorar las armas que Cuba considera obsoletas y que argumentó enviar a Pyongyang para reparación.
Lo del tiempo es un acertijo: los expertos del Comité de Sanciones por el embargo 1718 cerraron este año una investigación abierta en junio de 2012, por el envío de 5 mil espoletas (detonadores) de Corea del Norte a Irán, pero no han culminado otra de comienzos del 2011 por el envío de piezas de repuesto de submarinos de un país europeo a otro asiático con la supuesta participación de los norcoreanos.
El 31 de julio el Comité de Sanciones del Consejo de Seguridad se reunirá en Nueva York para delinear el peritaje. En Manzanillo, los técnicos de la ONU cotejarán si las armas encontradas están en la lista de prohibiciones de armas del embargo a Corea del Norte. (Ver: Restricción de armamento a Corea del Norte) A Panamá vendrán dos técnicos nucleares, uno en proliferación de armas de destrucción de masas, otro en tecnología de misiles, uno más en aduana, transporte marítimo, y otro en finanzas. Este último será determinante para ‘identificar’ si existe operación comercial tras el hecho, lo que también la ONU prohíbe. Deberá desenmarañar si el azúcar morena que servía de camuflaje para el armamento es parte de un pago a Corea del Norte (la vieja política de trueque) o si, como dijo Cuba, era una simple ‘donación’.
El azúcar, entonces, explicó una de las fuentes, también quedaría a resguardo panameño, aunque luego tendría que ser devuelta a su dueño: Cuba o Corea del Norte.
Así como funcionan las comisiones incidentales de la Asamblea Nacional, los expertos deberán rendir un informe al Comité de Sanciones, integrado por los quince países del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Aunque Cuba no forma parte de él, el reglamento de la ONU permite que intervenga, aunque sin derecho a voto.
El documento final daría luces de las interioridades de la operación (¿cuándo y dónde se retuvo el barco?), datos que el Ministerio de Seguridad panameño se ha negado a difundir.
Tal comisión debería definir por consenso y en base al peritaje de sus grupos de expertos si hubo o no violación a las restricciones de seguridad que las Naciones Unidas dispuso para asfixiar los planes nucleares de la República Popular Democrática de Corea.
‘Eso toma meses y no semanas’, coincide el exembajador panameño Ricardo Arias, quien dirigió el Consejo de Seguridad de la ONU un mes, entre febrero y marzo de 2007.
El exembajador y experto en políticas de desarme Pedro Sittón va al mismo punto: ‘como buen asunto diplomático, el Consejo de Seguridad se toma su tiempo’.
¿Y qué pasa si. . . ?
Las únicas salidas posibles en este incidente internacional son un ‘sí’ o un ‘no’. Si hubo o no violación a las reglas del Consejo de Seguridad.
Si no hubo, sostiene Sittón, al material incautado se le deberá permitir su traslado a Asia, como se tenía planificado, sin que eso signifique que Panamá erró al revisar el buque. ‘Los Estados deben cumplir las restricciones’, explica. Y éstas obligan a los países a revisar en su do minio, los buques sospechosos desde y hacia Corea del Norte.
En cambio, si se infringió la resolución 1718, Cuba podría ver no sólo empantanado el proceso de descongelamiento de sus relaciones con Washington, sino conseguir un llamado de atención de las Naciones Unidas. No más que eso, deja ver Arias. Esto, empero, estaría sujeto a re clamaciones del gobierno de La Habana, que ralentizarían más el proceso.
Corea del Norte, en el otro confín, parece no tener nada más que perder.
Y el final de las armas que recibiría, de fabricación rusa de los años 50, sería la destrucción. ‘Es lo más probable’, plantea Sittón, para quien Panamá no debió continuar con la inspección al buque después de que La Habana informara sobre su contenido, sino dejarlo para revisión de la ONU.
Lo más probable —dijo otra fuente que conoce del tema— es que la destrucción de las armas ocurra aquí, en el país en el que fueron incautadas, aunque eso no signifique la supresión de cualquier explosión diplomática ulterior.