Estas fueron las confesiones del papa Francisco a los periodistas en el vuelo Río-Roma

Estas fueron las confesiones del papa Francisco a los periodistas en el vuelo Río-Roma

LUCA ZENNARO / AFP POOL / AFP

Inimaginable bajo el pontificado de Benedicto XVI, el papa argentino habla sin tapujos con los periodistas durante una hora y 15 minutos sin esquivar asuntos delicados ni ahorrando anécdotas curiosas.

Siete días después de haber admitido que detestaba dar entrevistas y de bromear con los periodistas llamándolos “leones feroces”, Francisco se explayó este lunes al selecto grupo de 70 periodistas que lo acompañó en el vuelo papal de Río de Janeiro a Roma.

Afectuoso, simpático, habló de Curia Romana, banco del Vaticano, Brasil, Vatileaks, Benedicto XVI, divorciados, aborto, sacerdocio femenino, reformas, homosexuales…

Interrogado sobre si se asustó cuando leyó el informe sobre Vatileaks, la fuga masiva de documentos reservados del papa Benedicto XVI a la prensa que reveló un grave estado de corrupción interna, Francisco confesó que no quedó sorprendido.

“No, no me he asustado. Es un problema grande, pero no me he asustado”, dijo.

“Les voy a contar una anécdota sobre el informe Vatileaks. Cuando fui a ver al Papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: en esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice tal, tal, tal… Lo tenía todo en la cabeza”, contó.

Un periodista le preguntó sobre su relación con Benedicto XVI: “Es como tener al abuelo en casa, pero el abuelo sabio. En una familia el abuelo está en casa, es venerado, es amado, es escuchado. Él es un hombre de una prudencia… No se mete”, reconoció.

La experiencia más impactante que ha tenido durante su breve pontificado ha sido en la isla italiana de Lampedusa, para dar alivio a los cientos de inmigrantes ilegales que arriesgan su vida para entrar a Europa.

A propósito del maletín negro que cargó durante el viaje de ida y de regreso suscitando la curiosidad de medio mundo, confesó divertido que se trata del equipaje de una persona normal.

“No tenía la llave de la bomba atómica. Llevaba el maletín porque siempre lo he hecho. Cuando viajo lo llevo. Dentro llevo la cuchilla de afeitar, el breviario, la agenda, un libro para leer”, dijo. “Debemos habituarnos a ser normales. La normalidad de la vida”, agregó.

Francisco reconoció con sinceridad que se siente encerrado en el Vaticano.

“¿Usted sabe las veces que he tenido ganas de pasear por las calles de Roma?”, dijo.

“Porque a mí me gusta andar por las calles, me gustaba tanto y en ese sentido me siento un poco enjaulado. Pero debo decir que los de la Gendarmería vaticana son buenos, son realmente buenos y yo les estoy agradecido. Ahora me dejan hacer unas cuantas cosas más, pero es su deber garantizar la seguridad. Enjaulado en ese sentido, de que me gusta andar por la calle, pero entiendo que no es posible, lo entiendo. Lo dije en ese sentido. Porque, como decimos en Buenos Aires, yo era un sacerdote callejero”, explicó.

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