Lo anteriormente descrito se ha traducido en una caída sostenida de la producción de petróleo a cargo de PDVSA, que en la actualidad ronda los 2.000.000 de barriles diarios (el 66,0% del total producido) en tanto que el resto de la producción, algo más de 1.000.000 de barriles diarios lo extraen las empresas transnacionales del petróleo que operan en Venezuela bajo la figura de la empresas mixtas. Conviene apuntar que en 1998 la producción de petróleo por esfuerzo propio de PDVSA se situó en 2.930.000 barriles diarios, lo que en ese año representaba 89,0% del total. Como es evidente, la capacidad productiva de PDVSA declinó pronunciadamente. Todo ello en un contexto de precios petroleros fabulosos que han debido proporcionar a la empresa el flujo de caja necesario para incrementar la producción y cumplir así el Plan Siembra Petrolera lanzado en el año 2005 y que contemplaba que para 2012, se debía haber producido 5.800.000 barriles. La realidad es que apenas se produjo cerca de 3.000.000 de barriles, alentada esa producción básicamente por las empresas extranjeras.
De allí que presente Venezuela una situación insólita: con precios petroleros significativamente elevados, que pasaron de US$ 10,0 por barril a más de US$ 100,0 por barril y una empresa petrolera estatal que duplicó su nómina, sin embargo la producción ha mermado mas de 30,0% en catorce años. El gran argumento de la junta administradora de PDVSA para justificar lo injustificable es haber potenciado el gasto social, construido casas y comercializar alimentos. Todo eso y mucho más se hubiese podido hacer con una empresa petrolera saneada y bien administrada.
El gobierno optó por renovarle cada año a la directiva de PDVSA un nuevo mandato y los resultados no solamente son comprometedores para la empresa sino para Venezuela. Así, como resultado de su déficit de caja, PDVSA ha estado recurriendo a dos fuentes de financiamiento. La primera es la subasta de petróleo a futuro mediante convenios con empresa transnacionales a quienes pide prestado efectivo en dólares para luego cancelar con embarques de petróleo. El caso de la deuda con China ilustra claramente esta situación: los chinos han prestado a Venezuela y a PDVSA más de US$ 35.000 millones a cambio de aproximadamente 460.000 barriles de petróleo que PDVSA envía diariamente pero de los cuales no se recibe ni un céntimo porque esos barriles están destinados a pagar la deuda contraída. La segunda fuente de recursos de PDVSA es la financiación por parte del BCV, cuya trayectoria se describe en el gráfico adjunto. Al cierre de julio de 2013, el ente emisor había emito dinero por el orden de Bs. 178.613 millones, equivalente a US$ 28.351 millones, para enjugar el déficit de caja de PDVSA. Esa emisión incontrolada e irresponsable de dinero por parte del BCV ha provocado una presión insostenible tanto sobre la inflación como del mercado negro del dólar, llevado ese tipo de cambio a nivel de más de cinco veces la tasa de cambio oficial.
De esta manera, al producir menos petróleo y estar fuertemente endeudada, PDVSA no le entrega al BCV los ingresos que obtiene por sus exportaciones y por tanto escasean las divisas. Tomando en cuenta, los nuevos préstamos contraídos durante 2013, al cierre del año la deuda total de PDVSA excederá con creces los US$ 80.000 millones. Un verdadero record