Como si de una criatura legendaria se tratara, el ciclo de la luna repercute en nuestra conducta nocturna. Científicos de la Universidad de Basilea han demostrado lo que hasta ahora era una mera creencia popular: la calidad de nuestro sueño varía según la posición de la luna y empeora en periodo de luna llena. Es decir, los biorritmos humanos se adaptan al ritmo astronómico.
Durante el experimento y para descartar la influencia de la cantidad de luz percibida durante la noche, se analizaron diversos aspectos como la estructura del sueño, la actividad encefalográfica durante la fase REM y la secreción de melatonina y cortisol. Para evitar la predeterminación, investigadores y voluntarios no fueron en ningún momento conscientes del objeto del estudio.
Los resultados de la investigación fueron muy reveladores: en días próximos a la luna llena, la actividad encefalográfica disminuyó un 30 por ciento, el tiempo para conciliar el sueño se incrementó en cinco minutos y la duración total se redujo 20 minutos. Estos cambios se asociaron con una disminución subjetiva del sueño y de la cantidad de melatonina segregada.
El ciclo de la Luna se caracteriza por cuatro fases visibles desde la Tierra: luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante, y se completa en aproximadamente 29,5 días. Ya se había demostrado la relación entre las fases de la luna y la actividad genética y molecular en ciertas especies marinas (ritmicidad circalunar), pero es la primera vez que se extrapola al ser humano. En cualquier caso el estudio solo contó con 33 participantes por lo que deberán realizarse nuevos análisis que certifiquen la investigación publicada en la revista Current Biology.