Entre los adultos, saltarse las comidas se asocia con exceso de peso corporal, hipertensión, resistencia a la insulina y concentraciones elevadas de lípidos en ayunas. Sin embargo, aún se desconoce si hábitos alimentarios específicos, independientemente de la influencia de la composición dietética influencian la cardiopatía isquémica (CI). El objetivo de este estudio fue evaluar prospectivamente los hábitos alimentarios y el riesgo de cardiopatía isquémica coronaria.
El estudio, basado en datos del Estudio de Seguimiento de los Profesionales de la Salud (HPFS, por sus siglas en inglés), fue publicado en línea el 22 de julio 2013 en Circulation, con el primer autor Dr. Leah E Cahill (Harvard School of Public Health, Boston, MA).Los hábitos alimenticios, tales como el desayunar, se evaluaron en 1992 en 26.902 hombres estadounidenses entre 45-82 años de edad, que estaban libres de la enfermedad cardiovascular y de cáncer. Durante 16 años de seguimiento, se diagnosticaron 1.527 casos incidentales de CI, definida como infarto miocárdico (IM) mortal o CI no mortal. Modelos de riesgos proporcionales de Cox se utilizaron para estimar los riesgos relativos y los intervalos de confianza del 95% para la cardiopatía isquémica, ajustado por factores demográficos, dieta, estilo de vida y otros factores de riesgo de cardiopatía isquémica.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Examen de Nutrición (NHANES por sus siglas en inglés) 2002 sugieren que comer bocadillos y saltarse el desayuno son prácticas comunes entre los adultos estadounidenses, con un 18% que no desayunan y un 86% comiendo bocadillos cada día. La Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos 1965-1991 reportó que el consumo de desayuno está bajando del 86% (1965) a 75% (1991).
Esta tendencia puede tener consecuencias negativas a nivel poblacional, porque los resultados de los ensayos de corta duración, los estudios transversales preliminares y pequeños estudios prospectivos reportan que los hábitos alimenticios, tales como saltarse las comidas se han asociado positivamente con varias situaciones cardiometabólicas, incluyendo el sobrepeso, la dislipidemia, la presión arterial, la sensibilidad a la insulina y la diabetes mellitus. Sin embargo, hasta la fecha, no se han publicado estudios en humanos sobre los hábitos alimentarios y cardiopatía isquémica. El objetivo del estudio fue determinar prospectivamente si los hábitos alimenticios, incluyendo saltarse el desayuno, se relacionan con un mayor riesgo de CI.
Para propósitos del trabajo, se definió desayuno como una respuesta positiva a comer antes del desayuno, con el desayuno o entre el desayuno y el almuerzo) para diferenciar los que desayunaron con los que no lo hicieron, y se definió comer tarde en la noche como una respuesta positiva a comer después de ir a la cama.
Para investigar cómo el saltarse el desayuno puede afectar a la salud del corazón, el grupo analizó los datos de los participantes en el estudio HPFS quienes tenían edades entre 45-82 años cuando respondieron un cuestionario acerca de los hábitos alimenticios. Casi todos los hombres (97%) eran de raza blanca y descendientes de europeos.
Los participantes que no desayunaron eran más jóvenes que los que lo hicieron y fueron más propensos a ser fumadores, trabajar a tiempo completo, solteros, menos activos físicamente, y beber más alcohol. Los hombres que desayunaron comieron en promedio 1 vez más por día que los que omitieron el desayuno, lo que implica que los que se abstuvieron de desayunar no estaban comiendo comidas adicionales al final del día.
Aunque hubo cierta superposición entre los que omiten el desayuno y los que comían tarde por la noche, el 76% de estos últimos si desayunaba. Los hombres que reportaron que comían tarde en la noche eran más propensos a fumar, a dormir <7 horas por noche o tener hipertensión basal en comparación con los hombres que no lo hacían.
Los que NO reportaron comer tarde en la noche eran más propensas a estar casados, trabajar a tiempo completo y comer en promedio 1 vez menos al día que los que comían tarde en la noche. La calidad promedio de la dieta media de los participantes, según lo medido por el Índice de Alimentación Saludable alternativo, fue muy alta entre los participantes del HPFS, independientemente de si desayunaban o comían tarde en la noche.
Los hombres que se saltaban el desayuno tuvieron un 27% más de riesgo de CI en comparación con los hombres que no lo hicieron (riesgo relativo: 1,27, intervalo de confianza del 95%, 1,06-1,53). En comparación con los hombres que no comían tarde en la noche, aquellos que lo hacían tuvieron un 55% mayor riesgo de CI (riesgo relativo: 1,55, intervalo de confianza del 95%, 1.5 a 2.29). Estas asociaciones fueron ajustadas por índice de masa corporal, hipertensión, hipercolesterolemia y diabetes mellitus. No se observó una asociación entre la frecuencia de comer (veces por día) y el riesgo de CI.
Según la opinión del autor principal, Dr. Eric Rimm B (Harvard School of Public Health), fue un estudio bastante grande, con un seguimiento a largo plazo y un número considerable de incidentes de CI, así que desde ese punto de vista, la relación entre saltarse el desayuno y el aumento de riesgo de CI es muy fuerte. Es de destacar que según los resultados del estudio, los hombres más jóvenes y no así los ancianos, están en riesgo significativamente mayor.
De acuerdo al Dr. Rimm, “es un muy simple y general mensaje de salud pública, que es barato e involucra hábitos que no son difíciles de cambiar en comparación con otros factores de la dieta y el estilo de vida”. “Los médicos deben aconsejar a los pacientes a comer con regularidad y comer específicamente en la mañana”.