De allí que aseguremos que el problema no es el método de asignación, porque tal vez fue concebido para funcionar a la perfección. Sin embargo, nos damos cuenta, a estas alturas que el problema es el monto de divisas que han sido subastadas y el momento. Señores del Ejecutivo, en medio año, solamente tres veces se han subastado dólares y cada vez son menos cantidades. Esto no es suficiente para solventar los problemas de la economía y de la producción y menos para solucionar los conflictos estructurales de nuestros aparato productivo.
La última subasta del BCV fue por 178 millones de dólares que fueron distribuidos entre 868 empresas de cinco sectores. De esas empresas, 411 empresas son del sector juguetes, uno de los que más necesita divisas, debido a que se acerca diciembre y la industria necesita hacer sus compras para la temporada de mayores ventas.
Hasta el momento, las subastas de divisas han llegado tarde y lo poco que se ha obtenido se tiene que usar para los productos que más se venden, lo que afecta la variedad a la que está acostumbrada el venezolano. Aunque, sinceramente, desde hace tiempo, los consumidores se han venido resignando, con molestia a comprar lo que haya y no lo que les gusta.
En estos momentos se deberías estar haciendo las compras para la Navidad, sin embargo, las necesidades urgentes de sectores como el de los productos escolares tienen que ser cubiertas a medias, con el riesgo de que la mercancía llegue al final de la temporada.
Alguien del sector de los útiles escolares manifestó recientemente que, entre hacer el pedido de materia prima y esperar que llegue a un puerto local pueden transcurrir dos meses. Y así continúa el panorama, solamente por mencionar a dos sectores. Hemos dejado por fuera otros que están en iguales circunstancias, a la espera de que se produzca un milagro o que en el Ejecutivo entiendan que el Sicad está bien, pero deben aumentar la cantidad de dólares a subastar y hacer menos espaciado el tiempo para la venta. Mientras tanto, el dólar paralelo sigue fijando los precios de gran variedad de productos y rubros, lo
que termina pagando el consumidor final.