Luego de la reciente elección del Miss Venezuela Mundo, donde se desataron polémicas por ser una “coronación anunciada” le traemos una serie de fotografías que muestran al Zar de Belleza, Osmel Sousa durante parte de su vida el la industria de la Misses Venezolanas y un incisivo analisis de Laura Solórzano sobre la transformación del certamen a través del tiempo hasta convertirse en lo que es hoy.
Quizás no todos los espectadores del nuevo formato lo recuerden, pero el Miss Venezuela era un magno evento, con todo lo que eso implica. Una gran producción con nivel internacional, coreografías apoteósicas, estrellas nacionales e internacionales, siempre con un concepto que lograba resaltan —unos años mejor que otros— lo que significa ser venezolano.
El primer Miss Venezuela se realizó en 1952. Fue instaurado por Panamerican Airways con fines publicitarios. En estos primeros eventos, las muchachas eran responsables del maquillaje y la vestimenta. En 1954, por el caldeado ambiente político, se suspendió y fue el primer año que no tuvimos represente internacional. El año siguiente, Pan Am cedió los derechos y pasaron a manos de Reinaldo Espinoza Hernández.
Luego de innumerables conflictos con la Iglesia Católica y problemas económicos (motivo por el cual se suspendió en 1959), Espinoza Hernández se los cedió al cubano Edwin E. Acosta-Rubio, quien lo convirtió en la empresa que es hoy en día. Osmel Sousa, también cubano, comenzó a trabajar como diseñador en 1968. Y en 1980, Joaquín Riviera (otro cubano) comenzó a encargarse de la producción de uno de nuestros eventos con más tiempo instalado en los referentes masivos. Quizás sólo es superado por el béisbol cuya Federación tiene fecha oficial de fundación 1927, pero la Liga data de 1946.
Por eso sus cambios han sido memorables: en 2003, en los coletazos del clima de abril de 2002 y el paro petrolero, por primera vez en muchos años se hizo desde un estudio de televisión y no en una locación engalanada, una sala de espectáculos o un hotel cinco estrellas. En 2010 se hizo por primera vez en Maracaibo, dando lugar a la opinión de algunos que sostienen que es la locación ideal. Este 2013 vuelve a El Poliedro de Caracas, luego de varios años de ausencia.
Durante todo el año la Organización Miss Venezuela se preparaba, seleccionaba a las misses, las entrenaba para caminar en pasarelas, hablar en público y participar en múltiples labores sociales. Luego, en ese fastuoso certamen, se seleccionaba a las mujeres que participarían en Miss Universo, Miss Mundo y Miss Internacional. El orden era dado por el puesto en el concurso: Miss Venezuela era la candidata al Miss Universo, la primera finalista iba al Miss Mundo y la segunda era nuestra representante en el Miss Internacional.
Pero en 2001 la organización Miss Mundo comenzó a exigirle a los países que realizaran un certamen sólo para ellos. Es decir, que no mandaran a una segundona a competir por el título de la mujer más bella del Mundo. Esto es el origen del primer cambio que hemos visto en 2013 con respecto a nuestro tradicional certamen. Este año, por primera vez, se realiza un certamen aparte llamado Miss Venezuela Mundo. Las redes sociales pusieron en evidencia cómo muchos se enteraron el mismo sábado —y mientras coronaban a Karen Soto, la favorita de Osmel— que se estaba realizando aquel evento, mientras algunas de esas malas lenguas que cubren la fuente afirmaban que se sabía que ella ganaría y que el certamen era apenas un paso reglamentario, un requisito a cumplir, eso que justificaba tan paupérrimo evento.
Éste no es el único cambio de este año. En enero se anunció que el Miss Venezuela tendría previamente un reality show. Fue casi como confesar la comprensible frustración de no tener nuestro propio Venezuelan’s Next Top Model, como sí tienen México, Perú y Colombia, entre otras franquicias.
El reality, que se transmite los lunes por Venevisión y luego por Sony Entertainment Television, podemos observar cuál será el proceso de selección de las treinta candidatas al título de Miss Venezuela 2013. Pero esta nueva alteración ha generado confusión: ¿cuándo y por dónde verlo?, ¿con quién hacerlo?, ¿qué le pasa a alguien que se pierde un episodio?, ¿qué es lo que se pierde? A esto se le suma que existe una especie de placer culposo entre quienes ven este show: alentretenerse con el proceso por el cual pasan las misses, también hay un intento de comprender un poco de qué va esa sufrimiento que es ser la mujer más bella de Venezuela y, luego, del Universo. No del Mundo: para el Miss Mundo no hubo reality show.
El Miss Venezuela representaba para muchos un rito, incluso una reunión en torno al televisor familiar. Era una práctica tener una favorita, hacer quinielas e incluso cantar el himno e imaginar que estamos en el openning del evento. ¿Pero qué pasará este año? ¿Cuál el evento que debemos que ver? ¿Se va a entender el Miss Venezuela si no se ha visto el reality? ¿Funcionará? ¿Cuándo comienzan las quinielas que van a preguntarse esto último?
Quizás se deba a nuestro miedo a la continuidad, pero parece que cada vez que hay un santo nuevo éste debe deshacer todo los procesos instaurados por el santo viejo. Si es posible, incluso, detener proyectos y demás estelas de continuidad, porque algo en nosotros parece negarse a las tradiciones.
El Miss Venezuela era un producto cultural venezolano que formaba parte de nuestras vidas, enlazaba generaciones y les permitía contrastar estéticas con fidelidad histórica. Pero ya no es lo mismo: lo convirtieron en otro espectáculo que intenta simular la realidad. / Por Laura Solórzano – Prodavinci