Como si se tratara de una fortaleza, el hospital Miguel Pérez Carreño, en La Yaguara, está custodiado por cerca de 20 funcionarios de seguridad que revisan a los pacientes y familiares que entran a ese centro de salud. Pero puertas afuera, las zonas aledañas permanecen sin guardias ni patrullaje que frenen el hampa.
Al menos dos veces por semana, los indigentes y motorizados encuentran a una víctima para robarle sus pertenencias y amenazarla con cuchillos y botellas rotas, e incluso con pistolas con cacerinas de 32 cartuchos. “¿Seguridad? ¿Qué es eso? Aquí nosotros mismos somos los que velamos por nuestra seguridad”, dijo Manuel Martínez -nombre ficticio-, uno de los buhoneros que trabaja desde hace 30 años en un puesto de perros calientes.
Indicó que entre los comerciantes informales pagan semanalmente a funcionarios de la Policía de Caracas para que patrullen por la zona. No quiso especificar la cantidad.
“Los milicianos y policías sólo están para cuidar las instalaciones del hospital. De las puertas no salen. Por eso hemos tenido que reducir el horario de trabajo a las 7:00 pm, para evitar que nos roben”, dijo Martínez.
La mayoría de los delitos ocurre en los dos estacionamientos del hospital. “Los indigentes rompen el vidrio, desvalijan los carros por dentro y también se llevan los rines”, dijo Jaide Sara, empleado de un negocio de comida en el Pérez Carreño. De acuerdo con la información recaba en el sitio, al menos cuatro motos son robadas en una semana dentro de las instalaciones de ese centro de salud.
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