Comienza por algo sencillo: Tu habitación no tiene por qué convertirse en el templo de la vulgaridad. Frases tan sencillas como “oh eso es tan excitante” elevarán la temperatura.
Crea un alter ego: Durante el día eres la niña, pero en a puerta cerrada puedes adoptar cualquier personalidad, tal vez una espía seductora o una atrevida bailarina exótica. Interpretar a un personaje puede ayudarte a experimentar con todo tipo de frases sucias que nunca pensaste que saldrían de tu boca.
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