Asumiendo que todos somos bolsas, y aún puede aplicarse la tesis de Goebbels según la cual “una mentira repetida mil veces se transforma en realidad”, trataré de analizar cómo fue posible que la CIA llagara tan lejos en su tarea de sabotear la revolución bolivariana.
Según Nicolás el fallecimiento de Chávez se debió a la conspiración del imperio que inoculó el cáncer en el cuerpo del ser supremo. Nada tuvo que ver la vida desordenada que llevaba el finado, el estrés de saberse rodeado de un grupo de personas incapaces de cumplir órdenes y ejecutar sus deseos o la decisión de entregar el manejo de su enfermedad a la medicina cubana en lugar de recurrir a un centro del primer mundo o a su aliado Brasil, quienes de lejos tienen niveles de desarrollo superiores al de la Isla.
Debemos igualmente suponer que la escogencia del propio Nicolás fue producto del macabro plan de la CIA. Se requería de un personaje dotado de capacidades inimaginables para arruinar el país en medio del boom petrolero más importante de la historia. No fue sencilla la tarea, debía luchar contra una de las reservas de petróleo y gas más importantes del planeta, que contaba además con el apoyo incondicional de Rusia, China, Brasil, Argentina y una serie de países con gobiernos claramente enfrentados a los EEUU. Pero la labor de sabotaje de la agencia imperial ha ido mejorando y especializándose con los años y dieron con el personaje idóneo para tan delicada tarea. En Nicolás la agencia logró hasta lo que no estaba buscando, que existieran dudas no sólo de su capacidad gerencial y política, sino también de su nacionalidad.
Luego vino un trabajo un poco más complejo porque implicaba el reclutamiento involuntario de millones de burócratas del Estado que debían ejecutar el trabajo de ir desmontando día a día el prestigio de la administración revolucionaria, así como de una fauna exótica liderada por iguanas marca Halliburton para armar un plan muy complejo y sofisticado de sabotaje nacional. Para sorpresa de todos, la tarea resultó mucho más sencilla. Los agentes del imperio al enseñar las técnicas del “mal gobierno” se encontraron con maestros del caos, la improvisación y la piratería. El ingenio de los burócratas rojos en materia de desgobierno dejó como amateur hasta al más experimentado espía.
Cuando se desclasifiquen los papeles secretos de la operación “caos total” podremos tener acceso al virus de la incapacidad y piratería inoculado en la mayor parte de la burocracia roja, sin embargo en los pasillos de Langley circula como ejemplo el caso del roba cantina devenido en verdugo anti corrupción, quien fue uno de los primeros funcionarios inoculados con el virus que terminó mutando hacia un híbrido entre estúpido y engreído, con altos niveles de audacia y pérdida absoluta del sentido del ridículo.
El drama de nuestro país en materia de gerencia pública es sumamente costoso para todos si lo medimos en términos de bienestar y calidad de vida. Frente a ello el alto mando de la revolución ha corrido hacía adelante acusando de todo cuanto acurre al imperio, asesorado por sus socios cubanos, que tienen más de cinco décadas responsabilizando a los EEUU y al bloqueo del estado infrahumano como vive el pueblo cubano. Los venezolanos debemos salir al paso a este caos y reclamar un país mejor. Ellos han hecho del engaño y la manipulación una herramienta de sostenimiento en el poder pero cada día hay menos venezolanos que se comen esos cuentos.
Debemos tener fe en las fuerzas democráticas del pueblo y no permitir que nos lleven a un estado de desesperanza y resignación. Somos más, tenemos la razón ética, no somos pendejos y estamos obligados a salir de esta pesadilla.
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