Cuando Rafael Ramírez anunció a un año de la tragedia de Amuay que ella fue causada por el sabotaje de elementos externos al aflojarse unos espárragos, inmediatamente asocié esa explicación a una especie de tornillo o perno con su rosca, no la de los espárragos. Tal asociación es inevitable, pues el funcionamiento de PDVSA no se diferencia mucho de los rasgos que son característicos de la gestión gubernamental.
En el gobierno se pueden identificar varios sectores que funcionan como “roscas”, no sólo por amiguismo, sino por su origen, además de los que provienen del mundo militar, que tienen la hegemonía, es notable la presencia de los militantes de la Liga Socialista y del Movimiento 80 de la UCV. Los nobles ideales y los sueños juveniles cedieron a la tentación del ejercicio abyecto del poder, la utopía dio paso al más infausto pragmatismo, la pureza de otro tiempo quedó en el olvido ante la descomposición y la corruptela avasallante.
Las “roscas” tienen otra peculiaridad: el nepotismo. Los Chávez, Flores, Cabello y Jaua, entre otros apellidos, ocupan o han ocupado, prominentes posiciones en estos años. La principal industria del país no es la excepción, junto al proclamado propósito de convertirla en “Doja Dojita” en importantes funciones, el parentesco con su presidente ha sido la llave que ha abierto infinidad de puertas.
Es un secreto a voces que buena parte de los jóvenes “boliburgueses” ha acumulado fabulosas fortunas, calculadas en millones de dólares y en seguros negocios con la empresa estatal. Si antes se decía que era una caja negra, ahora es sencillamente imposible de auditar, al dedicarse a una variada gama de actividades al margen de los objetivos para los que se constituyó Petróleos de Venezuela, que debieran ser sus propósitos fundamentales.
Lo cierto es que, después de los despidos de 20 mil trabajadores, la producción ha disminuido y los accidentes han aumentado de forma alarmante.
Tal vez hoy no estemos en capacidad de calcular los daños causados en estos quince años a la esfera económica y social. Por ello es una necesidad vital trabajar para la victoria de la Alternativa Democrática. Al hacerlo seremos fieles a nuestra conciencia y a una hermosa tradición de lucha. Así y sólo así, será posible rescatar las instituciones y renovar el tejido social. Estamos concientes que será una titánica tarea, apelaremos a las mejores reservas de nuestra gente, al trabajo creador y a toda nuestra imaginación. A ese empeño, sin duda, bien vale la pena dedicar todo el esfuerzo requerido.
Luis Manuel Esculpi
@lmesculpi