El perro quien cariñosamente ha sido nombrado “Huang Huang”, sube a los autobuses que parten o llegan a ese destino y olfatea cada asiento tratando de reconocer en alguno de ellos, el olor de su dueño, del cual no se sabe nada y por lo tanto se asume que el pequeño Huang Huang ha sido abandonado.
Los conductores de los autobuses comentan que el perro llega a pasar hasta diez horas al día en el mismo sitio y después de realizar una búsqueda meticulosa mediante su olfato, solloza dado que su búsqueda por el “amo perdido” no ha sido exitosa hasta ahora.
Los conductores creyeron que el perro estaba hambriento y por eso se subía a los autobuses buscando comida, sin embargo, después se dieron cuenta de su particular rutina y dedujeron que Huang Huang buscaba a su dueño. Algunos de ellos han admitido que tienen la intención de llevarselo, pero afirman que es pronto para saber si acaso el dueño regresará a reclamarlo.