El discurso es de Cuba, las armas vienen de Rusia y el dinero, de China: es la trinidad sagrada de las importaciones que el chavismo hace para estabilizar su régimen en Venezuela. La fórmula ya la había establecido el desaparecido líder Hugo Chávez mientras estuvo en el poder. Pero ahora, cuando su sucesor en la presidencia – Nicolás Maduro – concluye una gira de cuatro días en China, surgen dudas acerca de si el actual Gobierno bolivariano tiene algún límite en el momento de adquirir compromisos con sus valedores internacionales, sobre todo, con Pekín.
Ewald Sharfenberg / El País
Durante su visita a la emergente superpotencia mundial, Maduro alardeó de la firma de 27 acuerdos de cooperación con China, entre los que destacó una nueva línea de crédito por 5.000 millones de dólares. El nuevo desembolso estará destinado al llamado Fondo Mixto China-Venezuela, creado en 2007 para sufragar obras de infraestructura en áreas clave de energía, telecomunicaciones y vivienda, entre otras. Hasta hace poco, algunos rumores afirmaban que la parte china se mostraba reticente a entregar fondos hasta que Venezuela dispusiera de nuevas garantías que respaldaran los préstamos.
No se han hecho públicos los términos ni la naturaleza de los acuerdos suscritos. Tras el telón de opacidad que caracteriza el manejo de los asuntos por Caracas y Pekín, las agencias noticiosas oficiales apenas han hecho alusión genérica a convenios para la financiación de un nuevo puerto de exportación de urea y otros productos petroquímicos, la rehabilitación conjunta de un sistema de riego en los llanos de Venezuela, la explotación de una mina de oro en la Guayana venezolana, así como la construcción de un sistema termoeléctrico en el centro del país. También se acordó la concesión de 60.000 hectáreas para el cultivo de maíz a una empresa china.
Al mismo tiempo, se anunció un acuerdo entre las petroleras estatales Pdvsa y CNPC para desarrollar un yacimiento de crudo pesado en la llamada Faja Petrolífera del río Orinoco. La empresa china se comprometió a invertir 14.000 millones de dólares en el proyecto, cuya meta es alcanzar una producción de 200.000 barriles diarios.
Lea la nota completa en El País